La guerra en Ucrania sigue provocando un éxodo de refugiados que no se detiene. La Archidiócesis de Santiago, a instancias de una petición del Ayuntamiento compostelano, acogía la semana pasada a 44 personas que llegaban en autobús a la capital gallega. Se trata, en su mayoría, de mujeres y niños que han tenido que huir del país centroeuropeo. Para darles cobijo, se han habilitado habitaciones y espacios en el Seminario Mayor y en la Casa Diocesana de Ejercicios.
En principio, esta acogida se ha planteado como una estancia temporal, mientras se cumplimenta la oportuna documentación de los recién llegados. Una vez terminadas estas gestiones, los refugiados se irían incorporando a familias dispuestas a recibirlos.
Entretanto, la convivencia en estos alojamientos destaca por el buen ambiente de convivencia que allí se respira y las sinergias de solidaridad que se han suscitado: cada día se suman voluntarios que aportan ropa, medicamentos, tiempo para organizar actividades de ocio, etc.