La 1ª lectura de la Misa de hoy, corresponde al Primer Domingo de Adviento, un tiempo con el que comienza un nuevo Año Litúrgico. Recoge las palabras del profeta Isaías, que proclama una época de paz y gozo. Entonces se dirigirán a Jerusalén grandes multitudes, en busca de la Casa del Dios de Jacob. Desearán escuchar la voz del propio Dios, para conocer sus caminos y transitar por sus sendas. Llegará así la palabra del Señor, teniendo así los hombres la posibilidad de caminar a su luz.
San Pablo, en su Carta a los Romanos, hace una llamada a los bautizados, para que sigan al Señor. Lo harán, si abandonan las obras de las tinieblas y echan mano de las armas de la luz. Deben hacerlo así, teniendo en cuenta que la salvación está más cerca que cuando empezaron a creer. Se indica de ese modo que el encuentro definitivo con Cristo está más próximo; pero también se afirma que el nacimiento de Cristo está cercano. Han de revestirse, pues, de Cristo, olvidándose del cuidado excesivo del propio cuerpo, evitando así el fomento de los malos deseos.
El Evangelio de hoy, como sucederá a lo largo de la mayor parte de los domingos del Año Litúrgico que hoy comienza, es obra de San Mateo. Constituye una llamada para los cristianos y demás habitantes de la tierra. Es preciso estar prevenidos, para evitar que nos suceda como a la mayor parte de los vecinos de Noé, que tuvieron que soportar el diluvio sin la defensa del Arca. Nosotros, por el contrario, debemos estar preparados, pues, el Hijo del Hombre llegará sin previo aviso, y es mejor estar bien dispuestos.
José Fernández Lago