Solidarios: Fátima Romar Vázquez (Cáritas)

Como trabajadora social y técnico del departamento de Animación Comunitaria, mi labor en los Servicios Generales de Cáritas Diocesana de Santiago comprende varias tareas, diferentes entre sí, pero cimentadas todas sobre una misma base: el acompañamiento. Una de ellas, desarrollada junto a mis tres compañeros de departamento, consiste en estar al lado de los equipos de las más de trescientas Cáritas parroquiales y cinco interparroquiales existentes en nuestra Diócesis, y de los programas diocesanos que Cáritas tiene por todo el territorio. En este sentido, nuestro principal objetivo es intentar que dichos equipos se sientan arropados por la Institución a la que pertenecen, que poco podría hacer si no contase con el trabajo constante y la generosidad de todas las personas que los forman.

Esta tarea, ya de por sí fundamental para nosotros, desde que empezó la situación de emergencia en nuestro país se ha convertido en prioritaria. Sobre todo durante los primeros días, eran muchas las dudas y preocupaciones que surgían en las parroquias y servicios a la hora de desarrollar su labor caritativa y social. De repente, de una semana para otra, había que hacer frente a una realidad completamente nueva, que rompía los esquemas de su trabajo y también del nuestro. La forma de acoger a las personas que solicitaban ayuda, el modo de atender sus necesidades, los proyectos… todo se veía alterado. Todo, menos el compromiso y la entrega de quienes forman la familia de Cáritas. Desde los Servicios Generales intentamos hacer cuanto está a nuestro alcance aclarando dudas y contestando preguntas para las que, en muchas ocasiones, no tenemos respuestas inmediatas. De esta forma, nos hemos convertido en una especie de canales por los que fluye hacia las parroquias y servicios la información que recibimos de la Administración pública y de los compañeros de Cáritas Española. La principal preocupación es saber cómo actuar para prestar una ayuda eficaz a la vez que segura, salvaguardando la salud y el bienestar tanto de quienes prestan esa ayuda como de quienes la reciben, éstos últimos cada vez más numerosos. Hoy más que nunca, nuestra función consiste en apoyar y acompañar; en hacer que todas las personas que se encuentran en la primera línea de la atención a los más desfavorecidos, sientan el apoyo, la fuerza y el calor de la Institución y de toda la Iglesia diocesana.

Otra de las tareas que realizamos estos días es la de orientar a las personas y familias que, vía telefónica o por correo electrónico, se dirigen a nosotros en busca de información y asesoramiento sobre diversos asuntos. A través de estos medios y por los datos que nos llegan de las parroquias, constatamos con inquietud el importante aumento del número de solicitudes de ayuda para la cobertura de necesidades básicas, tales como alimentación y adquisición de medicamentos. Ésta es una realidad a la que las Cáritas parroquiales están haciendo frente no sin dificultades, puesto que las colectas no se pueden realizar y sus fondos se han visto muy mermados, o sencillamente han desaparecido. También en este aspecto económico hacemos de puente con las parroquias, con el fin de que éstas puedan recurrir, por expreso deseo de nuestro Arzobispo don Julián, a los fondos propios de Cáritas Diocesana para conseguir productos de primera necesidad y entregarlos a quien lo necesita. Además, estamos comprobando de primera mano la generosidad de particulares y empresas que aportan su granito de arena con donaciones en especie que, cuando llegan a nuestros Servicios Generales, canalizamos hacia las Cáritas parroquiales y los diversos programas, según las necesidades concretas de cada uno.

Personalmente, una de mis tareas específicas consiste también en acompañar a las familias que, de forma temporal, residen en nuestras viviendas de acogida de Santiago. En su mayoría, personas inmigrantes con menores a cargo que se encuentran padeciendo lejos de tu tierra esta situación de emergencia. Una situación ya de por sí complicada, pero que en algunos casos se vuelve desgarradora si a la inquietud por lo que sucede en España se une la preocupación por lo que están viviendo sus familiares en sus países de origen y la impotencia que produce la distancia física. En este caso, lo poquito que puedo hacer como ser humano es escucharlas, orientarlas y estar a su lado; y como cristiana y miembro de Cáritas, intentar que sientan el amor y el apoyo de otra familia que las acoge: la de la Iglesia. Ésta es, en definitiva, la principal labor de quienes trabajamos en los Servicios Generales de Cáritas Diocesana: estar al lado de las personas, siendo instrumentos en manos de Dios y de nuestra Diócesis para servir lo mejor que podamos a quien lo necesite.