Fiesta del Nazareno

De gran importancia es esta fiesta en la que cada año se reúnen miles de personas debido a la gran devoción que existe por el Santo. Se celebra el tercer domingo de septiembre, en ella tiene lugar la procesión de las mortajas, en la que el ofrecido o sus familiares lleva en procesión su ataúd vistiendo un hábito morado y portando un gran cirio. Con esta antiquísima tradición, lo que se pretende es dar gracias al Santísimo por su intercesión ante la muerte.

El famoso escritor Valle-Inclán conoció esta fiesta y su ritual, que con certeza inspiró alguno de los pasajes de su obra. En la procesión de las mortajas, los fieles salen a la calle con cirios y ataúdes, detrás de los que caminan personas que estuvieron próximas a la muerte.

La procesión es una singular pervivencia de los desfiles de disciplinantes de la Edad Media. Las raíces de la tradición de las Mortajas se hunden en una leyenda del siglo XV.

Hacia 1467, coincidiendo con la sed de justicia de los Irmandiños, una cuadrilla de salteadores sometía a Pobra do Deán. Apresados y condenados a muerte, el regidor que debía llevar a cabo la sentencia enfermó gravemente. En la víspera de la festividad se enconmendó con fervor al Nazareno y en poco tiempo recuperaba la salud. Llegada la hora de la procesión, acudió al cortejo religioso vestido con la mortaja y mandó que los condenados portasen su ataúd durante la procesión. Al llegar al atrio invocó al Nazareno e indultó a los condenados.
Desde hace aproximadamente 50 años, a su paso por el barrio de la Covecha, se lanza una potentísima y persistente traca de bombas de palenque, homenaje de la gente del mar. El lunes concluyen las fiestas con el tradicional espectáculo pirotécnico que incluye un combate naval tan propio de los pueblos de esta ría.

 

Foto: Carmela Queijeiro | La Voz de Galicia