¿Cuántas veces le reconoces a tu cónyuge o a tu hijo lo que ha hecho bien? “No tengo que hacerlo -dirás-, es su obligación. Mi responsabilidad es educarlo y corregirlo -también a mi cónyuge-, para que cambie y aprenda a hacer las cosas como debe.” ¿Alguna vez te has parado a pensar qué reacción emocional provoca en ti que te estén juzgando constantemente, sin aceptar que hay mucho de positivo en tu actuar y sin recibir valoración por lo que eres? ¿No te ayudan más a crecer como persona el espacio de la comprensión y la alegría del reconocimiento?
Algunos se creen grandes porque saben más que los demás, y se dedican a exigirles y a controlarlos, cuando en realidad, lo que nos hace grandes es el amor que comprende (Francisco, La alegría del amor, 97)
Cuando os reunís, que uno aporte un himno, otro una enseñanza, otro una revelación, otro un mensaje arcano, otro su interpretación: todo para la edificación común (1 Cor. 14,26)