III Sábado de Adviento

Monición

El cielo se dispone a entregarnos el mejor don. La Virgen está a punto de dar a luz al Emmanuel. Por este motivo, los cristianos nos movemos a dar lo mejor de nosotros mismos. Los deseos de paz, de felicidad, de salud se esparcen por todos los medios.

Es momento, sobre todo, de disponernos nosotros mismos para ser ofrenda agradable a Dios, por estar reconciliados con Él y con quienes convivimos, por ser instrumentos de paz y concordia.

A Dios le agrada un corazón humilde, más que los sacrificios y las ofrendas costosas. “Un corazón sencillo Él no desprecia”.

Texto bíblico

“Y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos.”

Texto místico

“Mi alma se ha empleado,/ y todo mi caudal, en su servicio;/ ya no guardo ganado,/ ni ya tengo otro oficio,/ que ya sólo en amar es mi ejercicio” (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 28).

Texto pontificio

El patriarca Bartolomé “nos propuso pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una ascesis que « significa aprender a dar, y no simplemente renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia » (Fracisco, LS 9).

Frutos de la tierra

“Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, y le bendijo diciendo: «¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, y bendito sea el Dios Altísimo»” (Gn 14, 18-20).

La mejor ofrenda, unida a la de María, la Madre de Jesús, es la Eucaristía. Son días de agradecer a Dios la entrega que nos hace de su propio Hijo.

¿Participarás en alguna celebración religiosa?

Ángel Moreno Buenafuente