Momento Blanco, en Cope: amores buenos

Joaquín “el del fin” (de + el + fin, separado), era un tipo pesimista, cenizo, negativo, triste, lángido… tan desanimado que, cuando uno le saludaba: “¿qué tal, Joaquín?”, siempre respondía con algún tipo de desilusión y una muletilla: “la cosa va mal, presiento que se acerca mi fin”. De ahí su apodo. Un día se echó novia y su vida cambió por completo.

Veía el futuro con optimismo, animaba a los que pasaban por un bache, echaba una mano en cualquier iniciativa… La pandilla acabó por renombrarle: “Joaquín el del por fin”. Cuando a uno se le arriman amores buenos, sucede una transformación. Los buenos amores te conducen, te respetan, te protegen, te contagian, te animan, te comprenden y disculpan; te sostienen, te aguantan, te esperan, te miman y también te exigen.

Como apunta el méster de clerecía y remacha el de juglaría, necesitamos interiorizar un relato “del buen amor”. La Navidad es uno de los más grandes. Los amores ficticios, los “amores perros” y los “amores de barra”, ahogan el alma como en un espejismo; Amar, aunque sea en tiempos revueltos, como estos, suscita la magia de entregarse.

Manuel Ángel Blanco
(Cope, 23 de diciembre 2017)