La auténtica sabiduría

El libro de la Sabiduría, en la 1ª lectura de la Misa de hoy, presenta la sabiduría de arriba en paralelo con la prudencia. Vale más que el poder y que la riqueza. Frente a la sabiduría, el oro y la plata son realidades efímeras. La sabiduría es más codiciable incluso que la salud y la belleza. En comparación con la luz, su resplandor es permanente, de suerte que la supera. Como aconteció con Salomón, quien logra la sabiduría alcanza los otros bienes.

La Carta a los Hebreos enlaza con la sabiduría celestial en virtud de la palabra de Dios, que se dirige al hombre y alcanza lo más íntimo de él. Esa palabra, que es aguda como una espada de doble filo, alcanza el corazón y los tuétanos de los huesos, y además tiene capacidad para analizar las actitudes del corazón. Todo lo que el hombre pueda realizar, está patente ante los ojos de Dios.

El evangelio de Marcos presenta la llamada de Jesús a un joven cumplidor de los mandamientos y preocupado por alcanzar la vida eterna, pero muy rico. La atracción de las riquezas le impidió seguir de cerca a Jesús, como discípulo. Jesús aprovecha la oportunidad para indicarle a sus discípulos que el seguimiento de Cristo y el poner la confianza en las riquezas no son compaginables. Cierto que la misericordia de Dios puede allanar un camino que encontrará mucho más asequible quien haya dejado todo por Cristo.

José Fernández Lago