- Por las últimas restricciones, el comedor volvió a cerrar, y al mediodía reparten fiambreras con alimentos calientes
La Cocina Económica volvió a cerrar su comedor desde el pasado jueves debido a las restricciones impuestas por el avance imparable del covid. Desde ayer, las personas que acuden al comedor social se llevan la comida del mediodía en fiambreras, que son preparadas «al mismo tiempo que se recogen para que se conserve el calor todo el tiempo posible», explica sor Alicia Lourido, responsable de la institución social. Cada día dan comida a unas 120 personas, «algunos días son 115 y otros 130». El número es inferior al que registró el comedor durante los primeros meses de la pandemia, cuando se atendieron hasta 230 demandantes cada día. «Ahora muchas personas tienen la tarjeta monedero y el salario mínimo vital, así que pueden hacer sus arreglos, y ya no vienen hasta aquí», explica la responsable
En el comedor, entre las 9 y 10 de la mañana, se entrega el desayuno, y los usuarios de este servicio suelen tomarlo en las inmediaciones de las instalaciones de la plaza Irmán Gómez. Después, entre las 12.30 y 13.30 horas, se forma una cola de personas que recogen las fiambreras con el menú del mediodía, y una bolsa con bocadillo, fruta y bebida para la noche. «Hoy [por ayer] se entregó bocadillo de tortilla con atún; y a mediodía llegan dos platos, postre y agua», comenta.
La hermana Alicia Lourido reconoce que no cambió mucho perfil de las personas que están acudiendo a la Cocina Económica. «Además de los sinhogar habituales, sigue viniendo gente que perdió su empleo en hostelería y servicio doméstico. Poco cambio hubo en esto». Sin embargo, se nota mejoría en el alojamiento, «algunos de los que sabíamos que dormían en la calle, ahora tienen habitaciones en pensiones. Nos lo dicen, y es un alivio, aunque aún quedan personas en las dársenas».
Ante el anuncio del cierre del comedor, Lourido elogia la respuesta de los usuarios. «Son muy comprensivos. Algunos ya habían dejado de venir y se llevaban la comida, pero ahora entendieron que era por nuestra seguridad y por la de ellos».
En cuando a donaciones de alimentos, Alicia Lourido está satisfecha con el apoyo de los compostelanos. «Tengo que ir a buscar coliflores que nos donan de una granja, y alimentos de un hotel que, al estar cerrado, decidió donar los productos que no puede emplear. La gente es buena y está sensibilizada».
Fuente: Marga Mosteiro | La Voz de Galicia