En esta quincena, además de iniciar el adviento muy solemnemente, el Papa, el 21 de noviembre, ha publicado una carta dirigida a todos aquellos que quieren formarse y que ha denominado Carta sobre la renovación del estudio de la historia de la Iglesia.
Dice el Papa que hay que ser sensible a la historia porque para mantener una conciencia colectiva, tan importante para superar el individualismo imperante, es necesario tener “una clara familiaridad con la dimensión histórica propia del ser humano. Nadie puede saber verdaderamente quién es y qué pretende ser mañana sin nutrir el vínculo que lo une con las generaciones que lo preceden.”
Respecto al conocimiento de la historia de la Iglesia, dice el Papa. que es necesario un buen nexo entre la comunidad humana y eclesial. para que adquiramos:
1. Un sentido de la proporción y capacidad de comprensión de la realidad, tal como es y no como gustaría que fuera.
2. Amar lo que verdaderamente existe, evitando idealizar la Iglesia reconociendo sus manchas y arrugas.
3. La humildad que impida una defensa triunfalista de la función o papel que uno cumple. Esto lo centra en la referencia que Fratelli tutti hace a la parábola del samaritano, que es visto por todos “como una molestia con respecto al propio proyecto de vida”.
4. Evitar el actual ““deconstruccionismo” donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero” .
Dirá el Papa que la verdad íntegra de la historia de la Iglesia es aquella que:
Nos permite meditar en que en el árbol genealógico de Jesús están presentes nombres problemáticos como el rey David (Mt, en el evangelio lo enfatiza) pero que “Todo, sin embargo, termina y florece en María y en Cristo”.
Nos permite reconocer que en nuestra larga historia no todos han sido fieles al espíritu de Dios. Que en la Iglesia siempre existe mucha distancia “entre el mensaje que ella anuncia y la fragilidad humana de los mensajeros a quienes está confiado el Evangelio”
Que es necesario conocer la relación con los diferentes pueblos, para no olvidar situaciones vergonzosas como la Shoah, tráfico de esclavos, matanzas étnicas, …Pero que también hay que tener memoria del bien y el “recuerdo de quienes, en medio de un contexto envenenado y corrupto fueron capaces de recuperar la dignidad y con pequeños o grandes gestos optaron por la solidaridad, el perdón, la fraternidad. Es muy sano hacer memoria del bien. […] El perdón no implica olvido. […] Cuando hay algo que por ninguna razón debemos permitirnos olvidar, sin embargo, podemos perdonar»”
A partir de ahí hace el Papa una serie de propuestas para su estudio que consisten en definitiva en estudiar de tal modo que se permita al estudioso a entrar realmente en diálogo con la realidad viva y existencia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Para más información lease el documento íntegro https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2024/11/21/211124e.html
María Puy