- Las huellas de la religión | Los retablos colaterales son obra del escultor noiés, afincado en Entrecruces, Antonio de Meis, del año 1747
A lo largo del siglo XX, la mayor parte de las iglesias de la zona sufrieron importantes reformas arquitectónicas, principalmente porque, tanto por la mala calidad de los materiales como por su estrechez para el creciente número de feligreses, era necesario ampliarlas.
Fue el caso de la de Ardaña, cuyas obras fueron dirigidas por Casiano Pazo Hermida, autor de otras llevadas a cabo en la iglesia de Entrecruces o Anxeriz. Dirigía a Manuel Andrade Vitureira y como canteros actuaron José Cancela, Ramón Lamas Tasende, Jesús Varela Martínez, José Señarís Rey, Jesús Anido Rodo, Manuel Anido Rodo, Jesús Suárez y Agustín Rodo Pazos.
En Ardaña se conservó la cabecera, pero se tiraron las naves y la fachada, levantada ex novo juntamente con el campanario. La reforma comenzó el 1 de junio de 1954 y duró hasta noviembre del año siguiente: «Por las obras de la iglesia, ampliación de la fachada, paredes laterales, doce columnas, diecisiete arcos, teja y madera para cubrir la iglesia, y torre de la iglesia, ciento diez mil pesetas». En efecto, lo que se hizo fue partir de una amplia planta rectangular, tres naves separadas por pilares, como recuerdo de las grandes fábricas barrocas, como la emprendida en los siglos XVII y XVIII sobre la Colegiata de Iria Flavia, aunque en Ardaña desde una perspectiva contemporánea y mucho más humilde. Anteriormente existía una capilla lateral, dedicada a san Vicente Ferrer, cuya imagen está colocada actualmente en una mesa cerca de un retablo lateral, y que tenía su retablo propio y una capellanía, tal y como tenía también san Gregorio.
Escultor noiés
Los retablos colaterales son obra del escultor noiés, afincado en Entrecruces, Antonio de Meis, del año 1747. En ellos se observa claramente la impronta del tallista, ya que la decoración es la típica de todos sus trabajos. Juntamente a los retablos, realiza las imágenes que se hallan en ellos, como san Gregorio (titular del retablo de la izquierda), san Ramón, san Roque, la Virgen del Carmen, san Antonio, san Isidro y la Virgen del Rosario.
Por el contrario, el retablo mayor es obra de otros dos escultores noieses: Francisco García Rial y Pedro Trillo. Así lo especifican las cuentas hechas entre los años 1767 y 1779: «Salieron más de dicho depósito tres mil y trescientos reales vellón que costó toda la obra del retablo de la capilla mayor que se hizo con parecer de los vecinos por estar todo viejo y destruido el que había y amenazando caerse por su total destrucción y carcoma, inclusos el frontal o mesa del altar».
La primera policromía fue realizada en 1789 por el pintor José Sueiro, vecino de Santiago, y cuyo coste fue de 4.200 reales. Ese mismo año, Tomás Gambino retoca la imagen de Nuestra Señora, patrona de la parroquia, y hace un expositor para colocar el Santísimo Sacramento en los días solemnes. En el retablo mayor se hallan varias imágenes contemporáneas a su hechura: la imagen de Nuestra Señora de la Asunción, san Joaquín, santa Ana y san José. A los lados hay dos imágenes muy posteriores: una efigie de la Virgen de los Dolores comprada en 1833 —que en origen estaba destinada a la capilla lateral de san Vicente— y un Sagrado Corazón de Jesús, adquirido en 1939 por el cura José Caramés Río, ya que había fundado en su feligresía la piadosa costumbre de los primeros viernes de mes. Este mismo sacerdote compró otras imágenes de cartón-madera que se encuentran en repisas por las naves laterales de la iglesia.
Remedios
Dentro de los límites parroquiales se conserva la capilla de la Virgen de los Remedios, en la aldea de Vivente. En origen, esta ermita estaba dedicada a san Fernando. En ella destaca un retablo barroco de piedra, con las imágenes del antiguo titular, otra de san Caetano y una de la Virgen; hacia 1930 ya se veneraba a la Virgen de los Remedios y a la particular advocación de Nuestra Señora de Vilamaior.
El 8 de noviembre de 1947, Ángel Pascua Moronta autorizó al párroco el cambio de la fiesta de los Remedios, ya que no era muy normal tener la romería el día primero de noviembre, pasándose al año siguiente al 12 de octubre y, hoy, se celebra a finales de septiembre. Aunque fue muy reformada a principios del siglo XX, por estar muy deteriorada, tenemos noticia de su existencia desde mediados del siglo XVIII, juntamente con otra dedicada a san Mamede y la de Nuestra Señora, situada en la aldea de Carracedo. Esta última fue mandada cerrar al culto en la visita pastoral de 1791, porque los vecinos del alrededor la usaban como alpendre: «En los términos de dicha parroquia hay la capilla de Nuestra Señora de Carracedo, la que por su indecencia y que no se use para cosas profanas, se mandó tapiar la puerta».
Luis Ángel Bermúdez Fernández