“¿Es eso?”, exclamó mi compañera adolescente, mientras contemplábamos, al llegar por primera vez a la Catedral de Santiago, el retablo exquisitamente ornamentado,
“¿Es eso por lo que hemos venido caminando más de cien kilómetros?”
Incluso el balanceo del poderoso ‘botafumeiro’ no disipó sus sentimientos de decepción. Sin embargo, durante la entrevista que precedió a la entrega de su Compostela, admitió que, para ella, el Camino había sido en realidad un viaje más de significado espiritual, que sólo una caminata muy larga.
Hace dos años, yo hice una peregrinación muy esperada a Tierra Santa. Mientras me encontraba en la Iglesia de la Natividad en Belén, el lugar en el que se entiende que nuestro Señor llegó como un bebé a la tierra, me invadieron los mismos sentimientos de consternación y decepción. ¿Se suponía que estar en un lugar de tan gran importancia para los cristianos de todo el mundo profundizaría mi fe? Si es así, ¿por qué no estaba haciendo precisamente eso?
Las palabras de Emerson, “La vida es un viaje, no un destino”, me han ayudado desde entonces a comprender y apreciar que tal vez no sea el evento histórico tanto como su significado lo que es la parte esencial de nuestra fe. Si Santiago nunca hubiera estado asociado con la difusión del mensaje del evangelio en el norte de España, no habría hoy ningún Camino, ningún viaje que atraiga a personas de todo el mundo para descubrir nuestra humanidad común y permitir que el misterio de Dios vuelva a penetrarnos el corazón y la vida.
El hecho de que Jesús viniera en forma humana a la tierra marcó un nuevo comienzo en la relación del ser humano con Dios. Nuestro Señor caminó con sus compañeros, escuchó sus historias, sus esperanzas y sus miedos, sus sueños y sus realidades. Les habló del cumplimiento de las profecías, de la supremacía de la abnegación y del amor incondicional, de la vida en comunidad y del respeto por todos, sin distinción de raza, género o credo. El profeta del siglo VIII, Isaías, había señalado su venida siglos antes y había dicho que lo llamarían “Emmanuel”, que significa “Dios con nosotros”.
Yo he sentido la presencia de Dios muchas veces en incidentes experimentados en el Camino, algunos recordatorios de verdades bíblicas, otros nuevos conocimientos sobre la condición humana, incluidos los míos, y otros del triunfo del espíritu humano sobre la adversidad. Parados en el borde de un bosque de eucaliptos en Galicia mucho antes del amanecer, nuestro grupo vacilaba. ¿Entrar o no en la oscuridad del bosque? Llegó otra familia de cuatro. Mientras debatíamos nuestras alternativas, la más joven del grupo recordó que llevaba dentro de su mochila una linterna pequeña. Atándosela a su frente, abrió el camino. Esa pequeña luz armó a los ocho nerviosos peregrinos con suficiente coraje para continuar.
“La luz brilla en la oscuridad y la oscuridad no la ha vencido”. Juan 1
En otra ocasión, hacía un calor abrasador y teníamos pocas provisiones. Nos encontramos con un magnífico roble que proyectaba una sombra refrescante de un lado a otro de la carretera. En un banco debajo del árbol se encontraban grandes jarras de agua fría, canastas de frambuesas frescas, galletas saladas y mermelada. Un aviso, escrito a mano, decía “Para los peregrinos que pasan: sírvanse”. No había nadie a la vista a quien agradecer. Una desconocida atenta había salvado a esta peregrina de abandonar definitivamente el Camino ese día.
Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? El Rey responderá: “Les digo la verdad, todo lo que hicieron por uno de los más pequeños de estos hermanos míos, lo hicieron por mí”. Mateo 25.
Dios camina con nosotros en forma de otras personas. Algunos compañeros elegimos que nos acompañen, pero otros conocemos caminando y dejan una huella duradera. Nos encontramos discutiendo temas serios con desconocidos, como la ruptura de relaciones, el afrontamiento del duelo, la enfermedad grave, el acoso en el lugar de trabajo y la secularización de la sociedad. Mientras caminamos, nos encontramos soltando nuestras ideas preconcebidas y viendo más allá de nuestros propios horizontes limitados. Poco a poco surge una nueva visión de un mundo donde el egocentrismo y la intolerancia son reemplazados por el respeto y el abnegación, donde se comparten cargas pesadas y se abandonan los no esenciales.
El enfoque se convierte en la vida en comunidad y caminar juntos con esperanza y expectativa se convierte en la norma. Cuando estamos al límite de nuestro ingenio, sorprendentemente siempre hay alguien allí para recogernos los pedazos. Dios camina junto a nosotros.
El primer domingo de Adviento, nuestra Caminata de la Luz ecuménica se lanzó en línea por primera vez, para no romper una tradición de 15 años, a pesar de las restricciones causadas por Covid19. Bien podría haber sido abandonado si no fuera por el creciente convicción del pequeño equipo organizador, guiado por el Espíritu Santo, de que este evento tenía que tener lugar y que “El Camino a Emaús” debería ser el tema central. En esta narrativa conmovedora y reconfortante, dos discípulos se dan cuenta de que Jesús resucitado ha estado caminando con ellos, aunque su compañero no revela su identidad hasta altas horas de la noche. Es entonces cuando comprenden cómo es que se les ardían los corazones mientras les hablaba El en el camino. Para ellos es una experiencia que les cambia la vida.
Recorrer este Año Santo en Santiago de Compostela es otra forma de peregrinaje. Rezo para que todos seamos conscientes de Jesús como nuestro compañero de Camino mientras negociamos los desafíos del camino de la vida por delante.
Lesley Rankin
Lesley, peregrina irlandesa, solía enseñar español y francés, y ha sido un entusiasta caminante del Camino de Santiago durante los últimos diez años. Sus experiencias de voluntariado en la Oficina de Peregrinos como Amigo y sus numerosos encuentros en el Camino la han llevado a unirse a las actividades del Consejo de Iglesias de Dublín. En 2019, fue admitida como predicadora laica en la Iglesia Metodista de Irlanda.
Su marido, sus dos hijas y ella han disfrutado de varias vacaciones en familia recorriendo diferentes rutas y han hecho muchos nuevos amigos con los que todavía están en contacto.