Las Antífonas de la “O”

Los siete días previos a la Navidad –del 17 al 23– la Iglesia clama especialmente por el Salvador… Lo hace desde el siglo VII, con las denominadas “antífonas de la O” en la Liturgia horarum de Vísperas, al cántico de María del Magnificat.

Cada antífona –con la “O” inicial– nos une a los suspiros de los patriarcas del Antiguo Testamento, que expresaban tanto las cualidades del Mesías, como las necesidades del linaje humano; y cuya primera palabra, en las siete, es título mesiánico que alcanza su pleno sentido en el Nuevo Testamento…

Se acompaña así a María en su Expectación al parto: Spes nostra, Virgen de la Esperanza, Nuestra Señora de la O.

Día 17:             O  SAPIENTIA, quae ex ore Altíssimi prodíste,

                             attíngis a fine usque ad finem,

                             fórtiter suavitérque dispónens ómnia:

                             Veni ad docéndum nos viam prudéntiae!

 ¡Sí, ven a enseñarnos la verdadera sabiduría. A ir siempre tras el bien, a evitar el mal; a hacer en cada momento lo mejor. ¡Qué, con recto discernimiento, el hombre tenga siempre cordura!

Dia 18:                   O ADONAI et Dux domus Israel,

                                 qui Móysi in igne flammae rubi apparuísti,

                                 et ei in Sina legens dedísti:

                     Veni ad rediméndum nos in brácchio exténto!

Sí, Señor por excelencia de todo señorío, libertador de la humanidad. Jefe de la casa de Israel, Luz de luz, fuego incombustible, legislador de toda Ley: Ven… ¡Ven a través de María —ancilla Domini–, Virgen de la  Esperanza!

¡Ven con tu omnipotencia a redimirnos del mal!

Dia 19:                   O RADIX Iesse, qui stas in signo populórum,

                                 super quem continébunt reges os suum,

                                 quem gentes deprecabúntur:

                                Veni ad liberándum nos, iam noli tardáre!

Ven retoño de la alianza antigua, esperanza y enseña de las naciones. Ven a gobernarnos… Ante ti ni chistarán los que rigen los pueblos. Oye el clamor y la súplica de todos, que gimen por su liberación…

¡Ven, Señor, no tardes más!

Dia  20:               O CLAVIS David, et sceptrum domus Israel;

                                 qui áperis, et nemo claudit; claudis et nemo áperit:

                                 Veni et educ vinctum de domo cárceris,

                                 sedéntem in ténebris et umbra mortis!

Ven a abrirnos Señor. Trae las llaves prometidas a David, para abrir el cielo al hombre ruin. Trae tu Reino anunciado al pueblo de Israel; con tus llaves entregadas a Pedro para “abrir o cerrar”, para “atar o desatar”… ¡Libera de todo encarcelamiento al hombre prisionero!

¡Ven Señor –los que yacen en tinieblas y en medio de sombras de muerte–, te esperan!

Dia 21:                   O ORIENS, splendor lucis aetérne et sol iustítiae:

Veni, et illúmina sedéntes in ténebris et

umbra mortis!

 Oramos “orientados”. Allí -en Oriente- estaba el Paraíso. De ahí brotará el Salvador: “Oriens” le llama la Vulgata…, el “Brote” de la salida del Sol, el “Sol de justicia” que viene de lo alto, del que se reviste María para traernos el resplandor de la Luz eterna.

¡Ven Señor! A los que vivimos bajo las tinieblas y envueltos en las sombras de la muerte: ¡Ven e ilumínanos!

Dia 22:                   O REX géntium et desiderátus eárum,

lapísque anguláris, qui facis útraque unum:

Veni et salva hóminem, quem de limo formásti!

El Señor es nuestro Rey: Es el anhelado por todas las gentes. Viene a salvarnos.

Es la Piedra angular, la piedra clave de la Iglesia que une a gentiles y judíos en un solo pueblo. Y quiere que seamos -por la fe y la gracia- piedras vivas; y no -por la increencia- piedras de tropiezo o escándalo.

¡Rey nuestro ven! Verbo creador, que eres nuestra paz: ¡Al que formaste del polvo de la tierra, ven a salvarlo!

Dia 23:                  O   EMMÁNUEL, Rex et Légifer noster,

expectátio géntium et salvátor eárum:

Veni ad salvándum nos, Domine Deus noster!

 El Señor que ha de reinar ya viene a estar con nosotros. La Virgen María lo ha concebido, y lo dará a luz, y se llamará Emmanuel (Dios-con-nosotros).

¡Ven ya Dios y Salvador nuestro!

Estas siete antífonas de la O, invocadas del 17 al 23, leídas sus letras iniciales de abajo arriba (Emmanuel, Rex, Oriens, Clavis, Radix, Adonai, Sapientia), forman un acróstico con la frase: ERO CRAS -Mañana vengo-.

¡Esto: “Mañana vengo”, viene a ser como la respuesta del Mesías a las siete invocaciones de su Iglesia!