- Los sacerdotes compostelanos renuevan sus promesas en la Misa Crismal.
- Mons. Prieto: “Solo desde la centralidad en Cristo tendremos credibilidad evangelizadora”.
Esta mañana se celebró en la Catedral de Santiago de Compostela la Misa Crismal, una ceremonia solemne cuyo nombre proviene del término latino chrisma, que significa “unción”. Durante esta celebración, se consagraron el Santo Crisma y los Santos Óleos, que serán empleados en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Unción de los enfermos en las parroquias de la Diócesis a lo largo del año.
La celebración, presidida por el arzobispo de Santiago de Compostela monseñor Francisco José Prieto Fernández, contó con la presencia del arzobispo emérito, monseñor Julián Barrio, además de miembros del cabildo catedralicio, sacerdotes, diáconos, religiosos, peregrinos y fieles diocesanos. Durante la celebración, los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales, reafirmando su compromiso con Cristo y su vocación ministerial.
Durante la homilía el arzobispo de Santiago reflexionó sobre el sentido profundo del sacerdocio, haciendo una llamado a centrar la vida ministerial en Cristo, cultivar la fraternidad entre presbíteros y vivir con entusiasmo la misión evangelizadora.
Inspirado en las memorias del Papa emérito Benedicto XVI, el prelado compostelano recordó cómo el pontífice describía la mirada de los fieles hacia los sacerdotes: “Veían en nosotros a personas a quienes Cristo había confiado una tarea para llevar su presencia entre los hombres”. A partir de esta imagen, mons. Prieto subrayó que la credibilidad evangelizadora no proviene de discursos vacíos, sino del testimonio auténtico de los pastores: “Solo desde la centralidad en Cristo tendremos credibilidad evangelizadora, porque no se trata de argumentos fáciles, sino de la claridad y la fuerza del testimonio de ser pastores según el corazón de Dios.”
El prelado animó a los sacerdotes a renovar su mirada hacia Dios y hacia la comunidad que sirven, recordando que han sido ungidos para anunciar la buena nueva. Citando el Congreso de Vocaciones celebrado en Madrid, preguntó: “¿Para quién somos? Somos para Dios, somos para los hombres, nuestros hermanos.”
El arzobispo también alertó sobre los peligros de caer en el desánimo, en el activismo vacío y el agotamiento pastoral: “Corremos el riesgo de mostrarnos muy activos y, al mismo tiempo, sentirnos impotentes (…) de hacer prevalecer la magnitud de los problemas sobre la inmensidad de Dios”. Ante esto, animó a los presbíteros a recuperar la memoria agradecida del paso de Dios en sus vidas y renovar su misión evangelizadora desde la contemplación del amor divino, como fuente de renovación espiritual y vocacional.
Mons. Prieto hizo una llamada a fortalecer la comunión entre los sacerdotes y la Diócesis, destacando la importancia de la fraternidad y el apoyo mutuo dentro del presbiterio: “Gracias por fortalecer los vínculos de fraternidad y amistad, por sostenernos mutuamente, por cuidar a los enfermos, por compartir los bienes y aprender de la sabiduría de nuestros mayores, por saber reír y llorar juntos.”
En este sentido, agradeció el testimonio diario de tantos presbíteros que “cuidan del hermano enfermo, comparten los bienes, saben reír y llorar juntos”, y que acogen “con misericordia, sin rigorismos ni laxismos, acompañando en el camino de la conversión”.
En el contexto del Jubileo de 2025, el arzobispo invitó a vivir la fe como un camino compartido, animando a afrontar los retos actuales “como peregrinos de esperanza”. “Somos ungidos para ser servidores de Dios y anunciar en el corazón de la humanidad la buena noticia de la liberación y la salvación”, proclamó.
La homilía concluyó con una oración confiada a Santa María y al apóstol Santiago, a quien definió como “discípulo que nos invita una vez más a seguir siendo discípulos en la escuela del Maestro, donde aprendemos un sacerdocio que se nos da para entregarnos”.
Antes de esta celebración, los sacerdotes de la Diócesis participaron en un retiro espiritual en la Capilla del Seminario Mayor Compostelano. En esta ocasión, la sesión fue dirigida por Olga López Míguez, miembro del consejo de Pastoral, quien profundizó en la figura de los presbíteros a la luz de las enseñanzas de San Ireneo de Lyon. El encuentro concluyó con palabras motivadoras, alentando a los sacerdotes a vivir su vocación con alegría y plenitud.