El pasado 24 de mayo, el joven polaco Michel Los, fue ordenado diácono y sacerdote gracias al permiso y la dispensa concedida por el Papa Francisco. Algo así no tendría por qué ser noticia ni colarse en este fragmento editorial de nuestro programa socio-religioso. La peculiaridad reside en que a Michel le ha sido diagnosticado un cáncer terminal. Recibió el sacramento del Orden en la cama del hospital donde le tratan.
El joven, de 31 años, pertenece a la Congregación de los Hijos de la Divina Providencia; ha vivido este momento con gran serenidad, fe y agradecimiento. Al día siguiente celebró su Primera Misa desde la habitación que ocupa en la planta de oncología: “Alabado sea Jesucristo, gracias a todos por sus oraciones y espero que lo sigan haciendo, los bendigo a todos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Muchas veces valoramos la vida por las circunstancias favorables que nos han sido concedidas o por la capacidad de transformar el entorno en que nos movemos, desplegando gran actividad con las cualidades que poseemos. Pero ahí no reside lo más importante. Lo que somos vale mil veces más que lo que hacemos. Esta perspectiva arroja luces nuevas cuando se trata de reflexionar sobre la eutanasia, el aborto, los discapacitados, los dependientes, etc. Dios no nos quiere por lo útiles que resultemos. Nos quiere y punto. La dignidad humana supera a la propia autonomía.
Manuel Ángel Blanco
(Cope, 31 de mayo 2019)
