El arzobispo de Santiago, mons. Julián Barrio, presidió este domingo en la iglesia de los Dominicos la solemne eucaristía por la festividad de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad desde que se libró del asedio de la flota de Francis Drake en mayo de 1589.
En su homilía, el arzobispo compostelano hizo una cerrada defensa de la familia, instituida por el mismo Dios al comienzo de la creación. De hecho, afirmó que “el matrimonio es una institución natural y religiosa a la vez que está marcada por la mano del dios de Vida”. Dios quiso desde el principio que “el hombre y la mujer, iguales en dignidad y derechos, se convierten en una sola carne corporalmente en el matrimonio”.
Alertó mons. Barrio de los peligros que corre un matrimonio que, víctima de la indiferencia, deja de perdonarse y reconciliarse cuando vive las inevitables diferencias de criterio. Ahí comienza, afirmó el arzobispo, “el divorcio no de los papeles sino del corazón”.
En su alegato a favor de la familia, mons. Barrio recordó a Chesterton, quien aseguraba que “quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen porque no saben lo que deshacen”. Por último, pidió que “recemos el rosario, mirando a María, reina de la familia, y sabiendo que donde no hay entrega por los demás surgen formas de prepotencia y sumisión que impiden una auténtica promoción humana integral que conlleva respetar la vida, preocuparse de los necesitados y de quienes son víctimas de cualquier tipo de violencia”.