El amor de Jesús se desgranó a lo largo de su vida hasta entregarla totalmente desviviéndose por los demás. Esta tarde, Jueves Santo, la Iglesia nos invita a la gratitud, a la adoración, a la reparación y a la imitación”. Con estas palabras iniciaba el arzobispo emérito de Santiago la solemne celebración litúrgica de la Cena del Señor que presidió este Jueves Santo en la Catedral compostelana.
En ella, monseñor Barrio recordó que Cristo instituyó la Eucaristía, el sacerdocio y dejó el mandamiento del amor fraterno testimoniado en el lavatorio de los pies: “amor que se abaja para poder mirar a los demás”.
D. Julián afirmó con respecto a la Eucaristía que “es el misterio de la fe que se fundamenta no en los sentidos sino en la autoridad de sus palabras. ¡Agradezcamos vivamente la Eucaristía! La participación en ella nos trae la salvación y ha de traducirse en servicio generoso a los demás. No podemos separar lo que creemos de lo que hacemos para que nuestra fe no sea una realidad abstracta y descarnada”.
También destacó que el ejemplo de entrega y humildad de Jesús en el lavatorio de pies a sus discípulos, “comporta salir de nuestros espacios seguros y cómodos, despojarse de todo aquello que nos sitúa en una posición de poder y prestigio, y abajarnos para poder mirar a los demás desde abajo, no por encima del hombro. Cuando uno ama no se considera superior y trata al otro con todo respeto. Se nos llama a dejar tantos ropajes que nos impiden ser nosotros mismos y a encontrarnos con los demás, sobre todo con los pobres para hacer nuestra su pobreza”.
Y continuó diciendo que “la caridad será la señal por la que reconocerán al cristiano y es la mejor diálisis para purificar nuestra espiritualidad. Hemos de hacer de la historia una historia de salvación, también en este tiempo de pandemia, guerras y sufrimiento para tantas personas en una humanidad cansada y herida”.
Mañana, Viernes Santo, el arzobispo emérito presidirá a las 18:00 hs. la celebración de la Pasión del Señor en la Catedral de Santiago.