Mons. Francisco Prieto asiste a la toma de posesión de mons. José Rodríguez Carballo como Arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz

Hoy sábado, 25 de noviembre, el arzobispo de Santiago de Compostela, mons. Francisco Prieto ha asistido en la Catedral de Badajoz a la toma de posesión de Mons. José Rodríguez Carballo como Arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz.

La celebración, comenzaba unos minutos antes de las 11 de la mañana con la procesión de entrada, que salía desde el Arzobispado hasta la Catedral, atravesando la Plaza de España, donde se hizo presente un grupo de 30 gaiteros de la diputación de Ourense, tierra natal de Monseñor García Carballo y un coro del Camino Neocatecumenal.

La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo titular, Mons. Celso Morga, y concelebrada por del Nuncio en España, Mons. Bernardito Auza. Asistieron también 5 cardenales, 10 arzobispos, 20 obispos y numerosos presbíteros, entre ellos más de 120 sacerdotes de esta Diócesis, además de una amplia representación de la familia franciscana, miembros del Dicasterio para la Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica…

En su homilía, don Celso Morga daba la bienvenida al nuevo arzobispo coadjutor en nombre propio y de los sacerdotes de la archidiócesis. “Querido José –dijo don Celso- vas a encontrar aquí muchos santos de la ´puerta de al lado´. Encontrarás un presbiterio sencillo, sin sutiles clericalismos, cariñoso y noble, trabajador y sincero, alegre y culto, con fallos también lógicamente y con posibilidad de mejorar. Lo he vivido y experimentado. Me siento muy contento de pertenecer, ya de por vida, a este presbiterio de Mérida-Badajoz”. A lo largo de su homilía ensalzaba la sucesión apostólica, se refirió a las características de la diócesis con la que don José se va a encontrar y terminó pidiendo la protección de la Virgen de Guadalupe.

La Alocución de Mons. José Rodríguez Carballo llegaba al final de la Eucaristía. En ella, el nuevo Arzobispo coadjutor daba respuesta a la pregunta de que con qué Iglesia diocesana sueña. Entre otras cosas afirmaba que sueña “con una Iglesia diocesana misionera hacia el mundo de las periferias, una ´Iglesia en salida´, cuyo ´claustro´ sea el mundo; una Iglesia que sepa escuchar las preguntas y los desafíos que nos llegan del hombre y de la mujer de hoy y que proponga, sin miedo ni arrogancia, a Jesús como ´camino, verdad y vida´”. También pidió “una Iglesia propositiva, que no se refugie en una pastoral de nostalgia, con una Iglesia rica de espiritualidad, en la que la piedad popular, tan rica y profunda en estas tierras, sea siempre iluminada por el Evangelio”. “Sueño –dijo también- con una Iglesia rica de espiritualidad, en la que la piedad popular, tan rica y profunda en estas tierras, sea siempre iluminada por el Evangelio”.