- El arzobispo recuerda que hay “miles de hombres y mujeres que, ante una pandemia mundial, no tienen la posibilidad de buscar fuerzas en Dios porque simplemente no han tenido oportunidad de conocerlo”
La Iglesia celebra este domingo día 18 de octubre el día del Domund, la tradicional fiesta misionera en la que se pide oración por los misioneros y apoyo económico a los fieles para la labor que desarrollan. En esta ocasión, el lema propuesto por el Santo Padre para la jornada en este año tan atípico es todo un desafío: “Aquí estoy, mándame”. Con este motivo, el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, ha enviado una carta pastoral a los diocesanos en la que anima “a toda la Diócesis a que, desde la humildad, cooperemos mediante nuestra oración, sacrificio y limosna con las Obras Misionales Pontificias y con los miles de misioneros que realizan su labor impagable de forma anónima tras esta institución”. Las colectas que se hagan en los templos en este domingo se dedicarán a las Obras Misionales Pontificias.
En su carta, el arzobispo compostelano recuerda que “si bien es cierto que estamos viviendo tiempos de incertidumbre y dificultad, ponemos nuestros ojos en la Cruz victoriosa de Cristo reconociendo en ella a los crucificados de nuestros días”, hay “miles de hombres y mujeres que, ante una pandemia mundial, no tienen la posibilidad de buscar fuerzas en Dios porque simplemente no han tenido oportunidad de conocerlo”. Y monseñor Barrio indica que “allí están, allí siguen, entre ellos y con ellos, miles de bautizados que encarnan plenamente en sus vidas la Misión que construye a la Iglesia. Ellos son los misioneros que, vanguardia de la Iglesia, han sentido en lo más hondo de su corazón la responsabilidad de compartir su Bautismo”.
El arzobispo pide a todos tener “presente, en estos tiempos más que nunca, el espíritu valiente de Pauline Jaricot, fundadora de la Obra de la Propagación de la Fe, que será próximamente beatificada y que supo ver en lo pequeño y débil la gran fuerza del Espíritu que transforma el mundo y hace de la creación hogar fraterno de los hijos de Dios. La colaboración en las distintas dimensiones con aquellos que no han recibido todavía la Palabra no es mérito de nuestra parte sino que, como ella misma decía, “son ellos los que nos hacen el honor de aceptar nuestra ayuda”.