Parroquias de Lestedo, Vedra, Trobe, Sales e Illobre

Zona de buen aguardiente. Parte de la “huerta” de Santiago. En la ladera del Pico Sacro. Penúltimo tramo del Camino de Santiago que viene de Ourense… La ribera del río Ulla configura un valle fértil por donde se extiende. Del mismo modo, la fe ha madurado en frutos allí durante años. Hoy, los feligreses del lugar junto a su párroco, José Sánchez Piso, se unen en oración pidiendo por todos los diocesanos. Su comunión es fuerza para la Iglesia.

Algunos signos de vida parroquial durante la cuarentena:

– El párroco celebra Misa todos los días, sin presencia de pueblo, pidiendo por las familias de sus parroquias y por los afectados por el coronavirus. Los fieles recibían la recomendación de unirse desde casa a esas intenciones tan presentes estos días. Él mismo ha grabado pequeños videos  para la difusión de contenidos de fe entre su lista de contactos.

– Cáritas: la labor asistencial a los más necesitados de esta zona se centraliza desde la parroquia de Sta. Cruz de Ribadulla. Unas 12-13 familias reciben ayuda durante el año y, además, se atienden casos puntuales de precariedad. El trato con los usuarios es muy familiar, pues así lo permiten las características de estas parroquias. Se ha remendado a los vecinos que estén pendientes los unos de los otros, especialmente de los mayores o de los que viven solos. También de los enfermos, por si necesitan que se les facilite la compra de algún medicamento.

– Los equipos parroquiales de colaboradores (sacristanes, catequistas, voluntarios de limpieza, coros, etc.) se mantienen en contacto. Se ha continuado el acompañamiento del grupo Confirmación. También  la relación con las familias cuyos hijos se preparan para la Primera Comunión, a quienes se les han facilitado diversos materiales formativos y para la oración.

– El párroco ha seguido visitando a algunos enfermos para distribuir el sacramento de la Confesión o el de la Unción de Enfermos a cuantos lo has solicitado. La campana parroquial ha sonado para avisar de la Eucaristía o del entierro de algún feligrés, eso sí, sólo como “notificación” de lo que estaba sucediendo, pero para participar desde el hogar de cada uno.