Encontraréis una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos.
(EVANGELIO DE MATEO)
Parece mentira que en el día de la máxima gloria del Señor, una de las pocas veces en las que se le reconoce rey mientras entra triunfalmente en la ciudad santa…el protagonista sea un burro, mejor dicho “una borrica atada con su pollino”. Y no se trata de una extravagancia de Mateo, pues también Marcos y Lucas hacen hincapié en este simpático animal ese día.
Invito a todos a que aprovechen el día de hoy para volver a leer esta página espléndida e intrigante.
Sin ofender a los grandes exegetas, sinceramente no me convencen los comentarios clásicos que despachan ese detalle del evangelio aludiendo al antiguo ritual de entronización del rey de Israel, según la conocida profecía por la cual el rey entraría en la ciudad santa sobre una borrica. No me convencen porque no se trata de un detalle marginal: el texto centra toda la preparación de la entrada de Jesús en este pobre animal. Una borrica es la clave de todo.
Ante todo: se trata de una pareja de animales, borrija y su pollino, como pareja también son los dos discípulos enviados por Jesús a desatarlos.
No es un detalle marginal si el nombre del animal en los evangelios se repite varias veces, si se insiste sobre el concepto de desatar lo atado, si se alude a los dueños del burro, preocupados por verse robar el animal… ¿Cómo puede ser un detalle una escena tan bien montada?
Jesús les anuncia que encontrarán un borrico atado, en el cual ningún hombre ha montado todavía, habrá que desatarlo y traerlo. Puede que alguien les pregunte porque lo hacen y ellos tendrán que contestar que el Señor los necesita. El texto podía decir: “y así fue”. No, lo repite todo.
Que fueron, encontraron el pollino atado, lo desataron, los supuestos dueños preguntan por qué y ellos contestan como mandado por Jesús…
No es un gran animal el burro. Si a uno le dices: “eres un león”, le estás alabando, pero si le dices “eres un burro”…
Un animal de carga, útil para llevar pesos. Nada importante. Humilde, obedece a su dueño, bajo pena de palos, es propio de los pobres, pues los ricos tenían el caballo. No es famoso por tener un gran carácter.
Además este es joven, un pollino, atado, sobre el cual nadie ha montado.
Evidentemente la pareja de discípulos es imagen de la Iglesia enviada a preparar la llegada del Señor: bien estos dos nunca deberán olvidarse de la pareja de animales, símbolo de la misión de la Iglesia.
El Señor, quando llega, llega así: sobre un burro.
Somos tu y yo esta pareja de asnos. Llamados a llevar la gloria de Dios.
Pero neceistamos ser desatados, nuestros dueños nos tienen atados y nos se resignan a perdernos. Nuestros dueños son las idolatrías de este mundo, el desorden, las pasiones, los vicios, el pecado. Necesitamos ser arrebatoados de nuestros dueños. Alguien que venga y nos diga: “tu no perteneces a ese amo, Otro te necesita”.
Y somos jóvenes, inmaduros, indómitos, nadie nos ha montado todavia.
Necesitamos ser estrenados.
Qué milagro! Somos pobres, inmaduros, testarudos, salvajes, inexpertos, pero el Señor nos necesita para llevar su gloria en el mundo.
Él fue el primer animal de carga, que “lleva el pecado de mundo”.
Él, primero, quiso glorificar la condición humana, que es llevar pesos.
El evangelio de hoy es la historia de nuestra trayectoria: pasar de ser animales de carga a ser anunciadores de la esperanza y portadores de la vida verdadera.
Hasta hoy, amigo mío, cargaste con un dueño equivocado, ahora hay que llevar Otro, uno que viene “en el nombre del Señor”.
Pobre burro del Domingo de Ramos: verá mantos y palmas espargidas, las pisará, oirá los gritos de júbilo y los aplausos. Presumirá de sí.
No te sobrevalores, borriquito.
Tu eres un asno; las cosas funcionan porque encima va el Señor.
Pues bien, no se serán para mi gritos y aplausos, pero es lindo estar en una historia así: Él salva el mundo, y soy yo quien le lleva…
a cargo del padre Fabio, párroco de Arca y Arzúa