Peregrinaciones al Santuario de Pastoriza en Arteixo

Caminos milenarios lo saludan, caminantes de otrora, buscadores de sanación o consuelo allí se allegan. “Visitado desde la más remota antigüedad por gentes de las provincias de este antiguo reino en frecuentes romerías cada año”, decía Galicia, revista universal de este reino en 1864. El santuario de Pastoriza en Arteixo a lo largo de la historia ha atraído y atrae a muchos peregrinos que procuran un milagro, una mano amiga del cielo, realizan un voto o expresan una acción de gracias por la intervención divina ya acaecida, particularmente gentes del mar, devotos de su Virgen protectora. Sin alcanzar la categoría de Compostela, la hemeroteca es testigo de su importancia como centro de peregrinación y devoción.

En el siglo XIX, especialmente desde Ferrol acudían los vapores El Pájaro y Hércules, atestados de gente con destino a A Coruña, para después proseguir el camino a pie hasta el santuario [El Correo Gallego (29-09-1885)], fundamentalmente en torno al lunes de pascua, el 15 de agosto y el 29 de septiembre, día de san Miguel, los días de romería más señalados. Romeros llegados de las aldeas vecinas, como Sada y Santa Cruz, pero también desde Betanzos, Pontedeume y Ortigueira, llenaban la ciudad herculina en su camino a Pastoriza , “poseídos de santa unción y de una fe religiosa jamás combatida por las dudas del siglo” [Diario de Avisos de La Coruña (29-09-1887)].

En una ocasión, cuenta un semanario, se pudo ver a doce o catorce marineros que “iban cantando la letanía, llevaban los pies descalzos y soportaban sobre sus robustos hombros el peso del palo mayor de un buque. Pocos días antes, al cruzar por en frente del cabo de Ortegal, y durante una noche de horrible tempestad, un rayo había partido aquel palo. Viéndose perdidos los marineros, pues el buque se iba sobre la costa, sin que sus desesperados esfuerzos pudiesen evitarlo, invocaron el nombre de la Virgen de Pastoriza con religioso fervor. Una hora más tarde, la tempestad había calmado sus furores y la pobre embarcación lograba alejarse del peligro que la amenazaba. El palo tronchado había quedado sobre cubierta, y los marineros prometieron solemnemente llevarlo en hombros hasta el Santuario de Pastoriza en acción de gracias por haberse librado de un peligro tan grande” [El Obrero (22-03-1898)].

En septiembre tenía lugar la llamada “procesión de los endemoniados” [Diario de Avisos de La Coruña (23-09-1885)]. De hecho, refiere la prensa un episodio de una “joven bien parecida” que se presentó en el atrio “profiriendo mil desvergüenzas, haciendo mil contorsiones y convirtiendo el Templo del Señor, ese lugar de recogimiento y de grandeza, en campo de batalla donde en lucha con los demonios y con los hombres que trataban de sujetarla, brotaban de sus labios horribles blasfemias […]. Desde la nueve hasta las doce y media duró este espectáculo, cuya hora terminó como por encanto, pasando la endemoniada por debajo de las andas en donde iba la imagen de la Virgen Santísima” [Diario de Avisos de La Coruña (01-10-1884)].

Una de las peregrinaciones más numerosas y conocidas sucedió el 30 de agosto de 1891, promovida por el arzobispo de Santiago, el cardenal Martín de Herrera, desde todas las diócesis gallegas, para pedirle a la Virgen “Unidad católica, la libertad e independencia del Romano Pontífice y la prosperidad de Galicia”. Ese día a las 7 de la mañana en Meicende, a un kilómetro del Santuario, se reunieron feligresías, asociaciones religiosas y cofradías para ir en procesión, cantando la letanía de los santos [El Eco de Galicia (17-08-1891)], y celebrar después misa fuera del templo con un altar portátil. A pesar de haber llovido durante todo el día, se calcula asistieron en torno a 10.000 personas [Diario de Avisos de La Coruña (01-09-1891)]. Como, en realidad, se estaba solicitando la restitución del poder temporal del Papa, perdida hacía 20 años, grupos liberales y republicanos coruñeses organizaron una manifestación de protesta ese día a las 3 de la tarde desde la calle Juana de Vega contra esa “gira político-religiosa”, reclamando la libertad de cultos en España [El Telegrama (27-08-1891)], lo que ocasionó algún conflicto verbal (“soez y groserísimo recibimiento”) con peregrinos de vuelta del Santuario [Gaceta de Galicia (02-09-1891)].

A principios del XX los barcos de Ferrol iban tan abarrotados de romeros que muchos se tenían que quedar en tierra y aplazar su viaje [El Correo Gallego (28-09-1904)] o la compañía de vapores tenía que organizar algún viaje extra el mismo día [El Correo Gallego (28-09-1909)]. Ahora bien, no todos los asistentes iban en son de paz a las romerías en Pastoriza. La de san Miguel en 1906, dice el liberal Diario de Pontevedra (04-10-1906), “resultó, como casi todas, repleta de actos de verdadero salvajismo” y tuvo que intervenir la Benemérita “cuando ya habían salido a relucir puñales, cuchillos y armas de fuego” y hubo que lamentar una persona apuñalada en la cabeza y diversos contusionados. Concluye el Diario recomendando al Ministro de Gracia y Justicia la prohibición de “las romerías lo mismo que los puñales, los estoques y las navajas de muelles”. En ocasiones, en efecto, algún devoto venía ya “preparado” desde el inicio de su peregrinación en el muelle de Curuxeiras (Ferrol), donde se le había incautado “una navaja de ocho muelles, de más de media vara de largo, una barbera y un revólver” [El Correo Gallego (29-09-1910)].

A partir de 1937 empiezan a proliferar peregrinaciones masivas, organizadas por distintas instituciones civiles y religiosas. Por ejemplo, millares de fieles de la parroquia de san Pedro de Mezonzo peregrinan al santuario en acción de gracias por la terminación de la Guerra Civil en 1939 [El Pueblo Gallego (16-05-1939)], peregrinación que se repetirá en el mes de mayo o de junio de años sucesivos por diversas necesidades. En 1950 el arzobispo Quiroga Palacios preside una numerosa peregrinación al Santuario [La Noche (19-06-1950)]. Como parte de la Coronación de la Virgen del Rosario en A Coruña se realizó la peregrinación a Pastoriza, presidida por la propia Virgen del Rosario colocada en artística carroza [La Noche (05-09-1950)]. En 1967 incluso Francisco Franco hizo su particular visita como devoto de Nuestra Señora, con ocasión de la restauración del templo [La Voz de Galicia (29-08-1967)].

El cercano Berce da Virxe, donde la leyenda sitúa escondida la antigua talla mariana, antes de ser descubierta por una niña pastora que da nombre a la población, se sigue llenando de velas, exvotos y flores en octubre hoy en día. Continúan llegando fieles de numerosas partes de la geografía a rendir su particular tributo, a implorar la curación, a musitar una oración, confiando en la que puede calmar las tempestades de la vida:

A Virxe de Pastoriza

que se se leva na barca

alá no medio do mar

tódalas augas aparta.

 

Anxo Pazos | Artículo publicado en El Correo Gallego