Fundada por Pablo III en 1540, la Compañía de Jesús cumplía 482 años el pasado 27 de septiembre. Haciendo coincidir las fechas, ese día se presentó el libro Jesuitas. Impacto cultural en la monarquía hispana (1540-1767). La obra es fruto de un proyecto de investigación de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), dirigido por la profesora Henar Pizarro, que a lo largo de cuatro años ha puesto en diálogo sobre la historia de la Compañía de Jesús a 44 especialistas de 27 instituciones diferentes.
La coordenada temporal de la obra viene delimitada por dos fechas claras: 1540, ya mencionada, y 1767, año en el que Carlos III expulsó a los jesuitas de todos sus territorios. Más difícil de delimitar resultó la coordenada espacial, dado que, en los territorios del monarca, durante algunas décadas «nunca se ponía el sol». El libro ofrece 40 capítulos organizados en cinco secciones (Humanidades, Teología, Ciencia, Misiones y Arte) que se adentran en la gran mayoría de disciplinas del saber y campos de la cultura que los jesuitas exploraron.
Integrada en sus inicios por cinco españoles, cuatro franceses y un portugués, la Compañía de Jesús nació con una impronta internacional y una pretensión de universalidad, de la que nunca podrá desprenderse y marcará no pocos de sus ministerios. Es una orden religiosa, en su esencia, misionera, que, desde sus inicios con san Francisco Javier, llevó la Buena Nueva hasta los confines del mundo. Más de 4.000 jesuitas europeos, sobre todo, españoles, como Alonso de Barzana o José de Acosta, embarcaron desde Sevilla hacia la América española y Filipinas. Algunas de sus empresas dieron frutos notables como las conocidas reducciones en Sudamérica, pero otras acabaron en aparentes fracasos, por diversos motivos, como las misiones de Etiopía, Japón y China.
Al mismo tiempo que Diego de Pantoja en China o Pedro Páez en Etiopía, muchos otros jesuitas se entregaban a las obras de misericordia y a las conocidas como misiones populares, las misiones de aquí, fortaleciendo el catolicismo en zonas rurales y periféricas. Estos ministerios se vieron complementados por la elaboración de catecismos y textos de devoción, que, junto con las obras más académicas, contribuyeron a configurar el impresionante legado bibliográfico de la Compañía de Jesús: sus bibliotecas eran reconocidas por la cantidad y calidad de los títulos que contenían. Se calcula que hasta 1900, los jesuitas escribieron más de 80.000 libros. Encontramos, también, una inabarcable documentación manuscrita, en gran parte inédita, dispersa por el mundo, en los archivos históricos de instituciones jesuitas y civiles.
Pero no todo se transmitía por las letras; la Compañía de Jesús fue generando otro patrimonio visual y artístico, que podemos disfrutar en obras de arquitectura, pintura, escultura, teatro, música, orfebrería o cerámica, dispersas por muchas de nuestras ciudades. Aquí es necesario destacar la labor de los hermanos jesuitas, los miembros de la orden no-sacerdotes.
Entre tantos variados escenarios de misión, los jesuitas no descuidaron su presencia en la corte, como centro sociopolítico de toma de decisiones estratégicas. Implicados en el complejo entramado de facciones, intereses, bandos… junto a momentos de gloria, experimentaron también el dolor y sufrimiento.
Pero, probablemente, el mayor impacto de la Compañía de Jesús en la cultura de la época haya sido su impresionante red de colegios públicos y gratuitos y la educación «en virtud y letras», que en ellos se impartía. En la gran mayoría de los 400 domicilios que llegó a tener la Compañía en la monarquía hispana se ofrecía algún tipo de enseñanza, inspirado por el gran programa académico conocido como Ratio Studiorum (1598). Junto con el estudio de las humanidades, los colegios favorecían el aprendizaje de las ciencias experimentales. Este libro saca también a la luz a los jesuitas cartógrafos, geólogos, astrónomos, botánicos, matemáticos… que tanto contribuyeron, desde tan diferentes campos, al conocimiento científico del mundo.
«Aunque doctos y santos no son ángeles; son hombres y como tales no exentos de las humanas flaquezas», comentaba el obispo de Málaga al Rey Carlos III en 1769, aludiendo a un cierto exceso de autoestima. Este libro ofrece una síntesis muy valiosa de la huella y el impacto que los jesuitas, marcados por la luz y la sombra propias de toda empresa humana, han ofrecido a la construcción de la Europa moderna. «La mayor ayuda a las personas» o la «mayor construcción del bien común» son expresiones muy queridas de los jesuitas para dar sentido a toda su obra, algo que el fundador ya había formulado como «todo a la mayor Gloria de Dios».
ORWenceslao Soto. SJ
Archivo romano de la Compañía de Jesús