- Entrevista a Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española en el ECD Confidencial Digital
- “No deja de sorprenderme lo que veo cada día”
Manuel Bretón lleva dos años y pico liderando Cáritas España y el trabajo de sus cerca de 85.000 voluntarios. Tras una vida militar intensa y cargos técnicos en la política de Defensa, el teniente general retirado dedica su talento a defender a los 8,5 millones de españoles en exclusión social y los otros 6 millones que están al borde del precipicio. Así se inicia la entrevista realizada a Manuel Bretón, presidente de Cáritas Española, por el periodista Álvaro Sánchez León y publicada en el ECD Confidencial Digital.
Un veterano de paz de paz en pantalones vaqueros. Manuel Bretón es teniente general retirado y su misión es presidir Cáritas España con la brújula del Evangelio. Con “los Del Río” -su predecesor (Rafael del Río) y el arzobispo castrense (Juan Del Río)- puso en marcha en 2013 la Cáritas verde-caqui, y de ahí dio el salto a la cúpula de este pentágono de acción social. Hombre de fe, con dos Esperanzas en casa y con el santo y seña de la caridad en forma de brazos abiertos. El Papa Francisco le llama “Manolo”. El del bombo de la ayuda de la Iglesia en forma de aspersor. Disfruta con la generosidad de los españoles, aunque saque los tanques contra la “fatiga solidaria” que refleja el VIII Informe Foessa. Aprieta la mano de los políticos con la derecha y con la izquierda, porque en esta casa los colores partidistas no son barrera al diálogo. Ha trabajado con Trillo y con Bono. Ha sido secretario del Rey Juan Carlos. Con las estrecheces de los españoles en el epicentro de su estrategia, Bretón lidera una tropa que avanza para confinar la pobreza a la cuneta de los problemas resueltos entre todos. Estar en esta torre de control es, también, una condecoración.
En el 162 de la calle Embajadores, Madrid, tiene su cuartel general la embajada de la caridad de la Iglesia católica en España. Cuatro corazones en forma de cruz dentro de un edificio lleno de gestión profesional. Y en la quinta planta tiene su despacho Manuel Bretón, presidente de Cáritas España.
Hace unos días se ha presentado el VIII Informe Foessa y sus conclusiones son un aldabonazo para cualquier conciencia. Cerca de catorce millones de españoles viven con el cinturón más apretado de la cuenta. Entre la desesperanza y la incertidumbre, esperan que la mitad del país que no depende del respirador artificial le dé unas bocanadas de aire.
Las cifras que no saltan en las campañas electorales están sobre la mesa de Bretón. Aquí, el vaso medio lleno de lágrimas convive con propuestas, soluciones y alternativas que salen adelante, entre otras cosas, con la equis de la declaración de la Renta de quienes valoran y confían en la labor social de la Iglesia.
De fondo, el mapa de la acción desplegada por Cáritas España por el mundo. En primer plano, un teniente general retirado con la batería en orden de batalla. Firme, discreto, sonriente, austero, disciplinado y eficaz.
Sacamos el cepillo de las preguntas y vamos conquistamos estas respuestas:
Dos años y pico al frente de Cáritas España. Hágame un resumen de lo que ha visto con sus propios ojos en este tiempo.
En este tiempo he disfrutado de unas personas que trabajan sinceramente por los demás y de un ambiente de cooperación impresionante. En cualquier acto de Cáritas al que acudo tengo cosas que aprender.
Usted llega a aquí después de poner en marcha la Cáritas castrense.
Sí, es un background muy peculiar. Soy militar y he vivido mi profesión con mucha intensidad. He disfrutado de la vida como un loco. Entre Rafael del Río, “el emérito” en Cáritas España, que me acompaña y me aconseja siempre, y el arzobispo castrense, don Juan del Río, pusieron las bases para desarrollar una Cáritas dentro de la diócesis castrense y me liaron en el proyecto. Ha sido una experiencia muy bonita que hubo que empezar desde cero. Llegué a la presidencia de Cáritas España con conocimiento de causa. De todas formas, no deja de sorprenderme lo que veo cada día, porque cuando te aproximas al terreno de los problemas sociales y de la generosidad de tanta gente es imposible no admirar las cosas buenas de los seres humanos.
¿Estar en un despacho le distancia de los beneficiarios y de los proyectos de Cáritas?
Estoy poco en este despacho. Es mi punto de referencia, pero me muevo mucho. Prácticamente he dado la vuelta a todo el territorio nacional para conocer Cáritas de cerca, y también he viajado bastante a los países donde estamos cooperando.
¿Qué prioridad tiene en la cabeza?
Que se tomen medidas para mejorar la situación social que acabamos de presentar en el VIII Informe Foessa. Este estudio, por el que acaba de felicitarnos el presidente del Gobierno, muestra una realidad muy dura con 8,5 millones de ciudadanos españoles en exclusión social. Mi prioridad es promover propuestas y soluciones para que en el próximo informe se reduzcan estas cifras. Entre todos tenemos la obligación de trabajar para fortalecer un sistema social que dé esperanzas a los ciudadanos y responda con más elasticidad a las tremendas necesidades que padece una parte importante de nuestra población.
Vistas las conclusiones del VIII Informe Foessa, ¿España sufre más de la cuenta?
Sufre mucho, porque somos una sociedad cada vez más desvinculada, pero creo que la sociedad española es modélica en muchos aspectos. No hay más que viajar para apreciarlo mejor. Contamos con unas infraestructuras maravillosas, un sistema sanitario envidiable, una red educativa que llega hasta los últimos rincones del país, apoyos sociales sólidos… En cualquier caso, el nivel de exclusión social en España es un problema enquistado y todavía no estamos volcándonos de lleno para reducirlo al máximo.
¿Podemos decir, entonces, que con 8,5 millones de personas excluidas de la sociedad, sufrimos más de lo que deberíamos, teniendo en cuenta la realidad de nuestro país?
Sí, pero estos problemas los tienen todos los países de nuestro entorno. Las cifras son las que son, pero pienso que debemos ser optimistas, porque somos un país con muchas ventajas y grandes valores. Tenemos que mejorar, pero con hechos más que con denuncias y críticas que no sean constructivas.
Insisto: Con 8,5 millones de personas en exclusión social en nuestro país, ¿la política social de la que hablan los partidos es real, o es humo?
Existen políticas sociales reales, eso es indudable, pero hay mucho que hacer. Todo aquello que hemos ido reduciendo para salir de la crisis, ahora se nos está echando encima, sobre todo por la insuficiente financiación de políticas sociales para las personas en situación más vulnerable. Nuestros políticos son conscientes de lo que está pasando y están de acuerdo en que necesitamos más política social.
¿Se siente, a veces, como remando solo en un mar lento y burocrático?
Nunca. Cáritas es una entidad más entre todas las que procuran estar a la vanguardia del acompañamiento de las personas que sufren necesidades. Lo que sí me pasa es que muchos días me voy a la cama con la sensación de no haber hecho todas las cosas urgentes que tenemos entre manos.
¿Cáritas es un complemento o la alternativa?
Es un complemento, porque nuestra estructura permite añadir un plus a todas las medidas sociales que se desarrollan, pero también somos alternativa en otros aspectos, porque donde no llega nadie, llega Cáritas. Se ha descubierto que había unos asentamientos en Huelva olvidados de la gestión pública, y ahí había voluntarios de Cáritas prestando ayuda. Cuando llegan las pateras o el Aquarius,la acogida es maravillosa por parte de toda la estructura social, pero, al final, sus integrantes acaban en manos de Cáritas.
En cuestiones como la inmigración, un dilema difícil lleno de matices, ¿Cáritas es brazos abiertos, o también interviene con el razonamiento político e ideológico que late detrás de esta candente cuestión social en torno a la apertura de nuestras fronteras?
Nuestro ideal es mucho más que eso: es todo lo que significa la Iglesia. Nuestras pautas de comportamiento están en el Evangelio, por eso la acogida de cualquier persona, venga en las condiciones que venga, tiene que ser con los brazos abiertos. Detrás del problema de la inmigración hay mucha ideología, por eso, ante cada convocatoria electoral, lo primero que hacemos es enviar a los partidos nuestras propuestas políticas para involucrarlos en nuestras acciones, y pensamos que influimos positivamente en la confección de sus programas. Ahora, los gobiernos correspondientes deben ir poniendo en marcha esos compromisos.
¿Qué propuestas concretas sobre inmigración ha hecho Cáritas a los partidos en las últimas elecciones generales?
Dentro de las ocho propuestas concretas que hemos planteado a todos los grupos políticos, hay dos que se refieren a la inmigración. La primera tiene que ver con un tema que nos preocupa mucho: la necesidad de garantizar la protección de los menores extranjeros no acompañados y su tránsito a la vida adulta. Lo que proponemos es modificar la legislación de extranjería según lo que establece la Convención sobre los Derechos de la Infancia y la Adolescencia. Es importante que a aquellos menores inmigrantes que están en edad laboral se les pueda otorgar permiso de residencia y trabajo, porque sabemos por experiencia propia que es la manera de avanzar en su plena inserción social.
La segunda cuestión que recogemos en nuestras propuestas tiene que ver con la garantía de los derechos humanos, también en los procedimientos de expulsión. Creemos que debe derogarse la Disposición Adicional Segunda de la Ley Orgánica de Extranjería para evitar que se lleven a cabo unos procedimientos de expulsión sumaria sin ningún tipo de garantía.
No he podido evitar un paralelismo mental entre su historia y la del ex Jemad, Julio Rodríguez: dos militares que terminan su carrera en las Fuerzas Armadas. Uno se pone al frente de Cáritas. Otro se integra en las estructuras de Podemos. Son dos maneras de pasar del Ejército a la acción social con una buena dosis de compromiso.
Son trayectorias con las que es complicado establecer paralelismo. Somos dos personas distintas que asumen en la actualidad responsabilidades diferentes.
¿Podemos se arrima a Cáritas, o tiene un prejuicio porque es acción social que nace de la Iglesia católica?
Cáritas es muy independiente de cualquier pensamiento político, por eso no se nos puede identificar con ninguna sigla concreta. Nuestra obligación es llevarnos bien con todos los partidos y con todas las personas, voten lo que voten. El ideario de cualquier persona con preocupación social y con los pies en el suelo es próximo al de Cáritas.
Entiendo que Cáritas no le cierra las puertas a nadie. Mi pregunta es si Podemos os ha puesto la equis por ser vos quien sois.
Aquí entra todo el que quiera. Entre los cerca de 85.000 voluntarios y todos los trabajadores de Cáritas hay de todo. Cáritas no puede estar más abierta a todo el mundo. No hacemos acepción de personas ni al aceptar a un voluntario o un trabajador, ni a la hora de ayudar. Y desde el punto de vista institucional, nuestra relación es la misma con todos los partidos políticos.
Lo entiendo. Pero quiero saber si os han puesto la proa desde algún partido por entender que entre ustedes y ellos existía una presunta incompatibilidad ideológica.
Puede que en el pasado haya habido algún desencuentro. Ahora, no. Normalmente, nosotros también nos encontramos con todas las puertas abiertas en ayuntamientos, comunidades autónomas y Administración central.
Hace unos días llegó de Roma. ¿Hasta qué punto Cáritas es una institución importante para el Papa Francisco?
Para el Papa Francisco Cáritas es una referencia y, por eso, a los que trabajamos aquí nos trata de una manera especial. Lo he sentido así personalmente. Desde que soy presidente he estado tres veces con él. Su expresión más habitual es “¡Adelante, Manolo! ¡En Cáritas España estáis haciendo un trabajo maravilloso!”. En sus homilías siempre identifica a Cáritas como la caricia de la Iglesia a su pueblo. Además, cuando lo dice en castellano bonaerense suena incluso más próximo… El cariño del Papa Francisco me toca siempre en lo más profundo.
¿Qué le dice a los que creen en Cáritas, pero no en la Iglesia?
Que hablan sin sentido… Cáritas es Iglesia y la Iglesia es Cáritas. En nuestra Conferencia Episcopal hay obispos con un espíritu sumamente identificado con Cáritas y la gente asimila Cáritas con la acción concreta de la Iglesia de ayuda a los demás. No puede ser de otra forma. Entre nuestros voluntarios me he encontrado personas que no son católicas y trabajan con nosotros como los que más.
¿Tiene la impresión de que la caridad real lleva a la fe verdadera?
¡Y viceversa! He visto gente a la que la fe le ha llevado, precisamente, a la caridad. Son dos vías que se unen en un momento dado y que conectan también con la esperanza.
Usted tiene una sólida trayectoria militar que le precede en el cargo. ¿El Ejército le preparó para pensar en los demás?
Por supuesto. Si hubiera decidido ser otra cosa en la vida, seguramente sería otra persona. El Ejército y sus valores tienen mucho que ver con lo que hacemos en Cáritas: la solidaridad, la defensa del más débil… Todo eso lo he mamado desde que soy pequeño. Además, he tenido mucha suerte en la vida, porque he ejercido una profesión muy completa, con una carrera un poco atípica, porque me he movido en ambientes que no son comunes, pero siempre he estado cerca de gente que vale mucho. He podido trabajar codo con codo con personas que me han transmitido muchísimo y me han enriquecido notablemente. Ojalá pudiera contagiar todo eso a las personas que me acompañan en esta etapa de mi vida profesional.
En su trayectoria también tiene un peso importante la faceta política. Contra le prejuicio social de que la política va a lo suyo, ¿a usted le enseñó también a mirar con visión social amplia?
Mis puestos en política han sido puramente técnicos. He podido trabajar como secretario personal del Rey Juan Carlos, he sido jefe del gabinete técnico de dos ministros de Defensa -Federico Trillo y José Bono-, aunque las claves de ese ejercicio fueron prevalentemente políticas. Trillo y Bono no tenían nada que ver entre ellos, y yo me he llevado magníficamente con los dos.
Trillo y Bono fueron dos mundos en el mismo cargo. Dos partidos. Dos gobiernos. Cuénteme la experiencia de ese dualismo en una sociedad tan maniqueísta.
Yo tengo mi ideario político, pero a la hora de trabajar por una sociedad mejor que valga la pena hay que echar el resto, estés con quien estés.
¿Qué aptitudes militares usa en su nuevo desempeño?
En la vida militar tiene mucha relevancia la disciplina, y yo he sido disciplinado toda mi vida. Hay valores de la sociedad que el Ejército mantiene y vendrían muy bien a cualquiera que estuviera en Cáritas, sobre todo en puestos de responsabilidad. La austeridad es una marca de esta casa. En nuestras memorias de actividades queda claro, año tras año, que no gastamos un euro que no sea con un fin social.
Estos días hemos sabido que en España surge una “fatiga solidaria” que nos conduce a quitar el hombro en un momento en que hace falta. ¿Nos hemos replegado en una especie de sálvese quien pueda o la sociedad ha tirado por la calle egocéntrica de que cada palo aguante su vela?
Casi un 50% de la población española vive cómodamente y sin preocupaciones. Ese porcentaje es al que debemos concienciar para que ponga el hombro. España es un país solidario. En momentos complejos y situaciones extremas, el pueblo español en seguida ha salido de sus casas, se ha arremangado y se ha puesto a cooperar. Incluso muchos españoles han dejado su vida por el camino.
Un ejemplo muy reciente: Teresa Cardona, profesora, y coordinadora de un proyecto social en África que acaba de perder la vida en su primer día de vacaciones solidarias…
Este triste suceso es un ejemplo claro de lo que significa la entrega gratuita por los demás, el amor al prójimo, que se lleva hasta el extremo de morir por otros.
No sé si ha pasado usted alguna vez por la calle Preciados, en Madrid. Por poner un ejemplo. Entiendo esa “fatiga solidaria” como un cierto hartazgo a que en una misma calle te paren cuatro ONGs para pedirte, sobre todo, un compromiso económico, convirtiendo el centro de las ciudades en una especie de carrera de obstáculos antes de llegar a tu destino que puede provocar una reacción de desapego… ¿Hemos vivido una burbuja solidaria?
No me atrevería a utilizar esa expresión, al menos desde la experiencia de Cáritas. Es cierto que durante la crisis fuimos testigos de una multiplicación de la solidaridad, tanto en recursos como en el número de voluntarios. Ahora estamos en una fase de cierto estancamiento de las aportaciones privadas. En lo que respecta a las personas voluntarias, el compromiso sigue siendo importante, generoso. Ahí no hemos notado ningún retroceso. Otro tema es ese cierto crecimiento de la desvinculación social de los ciudadanos hacia las personas que están en peor situación. Podemos pensar que la salida de la crisis significa que las necesidades han remitido y tender a desentendernos, por decirlo de alguna manera, de quienes lo siguen pasando mal. Es una falsa sensación. Todavía muchos hogares están en condiciones muy difíciles.
¿Cómo se combate esa fatiga, porque es un síntoma preocupante?
Lo de la fatiga solidaria es un síntoma preocupante que solo se combate con conciencia y compromiso social de esa media España que vive bien y puede contribuir a que la otra media respire mejor.
Más de 6 millones de personas forman la “sociedad insegura” que se mueve “en el filo de la navaja”, al borde de la exclusión. ¿Hay razones para la esperanza que no sean la fe y la caridad?
¡Claro! El miedo es que cualquier cambio de circunstancia social puede incluir a muchas personas en el sector de la exclusión social: una ruptura familiar, un problema con la vivienda, un contrato laboral que se extingue… La regeneración económica de estos últimos años nos invita a pensar que la prioridad ahora es involucrarse en solventar esos precipicios sociales. ¡No podemos abandonar a esos 6 millones de españoles que están a punto de caerse! Si no hubiera razones para la esperanza, Cáritas no estaría aquí.
Sube el alquiler, crece la incertidumbre a perder el hogar y el 11% de la sociedad se deja los cuartos en los gastos de vivienda. ¿El derecho a la vivienda digna se ha convertido en un dogma de fe constitucional?
El deterioro del derecho constitucional a una vivienda digna es evidente y se agrava en los últimos años. El Informe Foessa señala que esta es ya la primera causa de exclusión social en España. De todas formas, hay problemas también graves como los que afectan a la movilidad humana, y al cuidado de la naturaleza y de nuestros ecosistemas, que protagonizarán en breve un sínodo especial de la Iglesia para la Amazonía.
Entiendo que esos problemas macro son graves y urgentes, pero cuando una persona no tiene dónde vivir, con lo que eso supone también a la hora de encontrar un empleo digno, parece difícil plantearse salvar el planeta…
No tengo recetas definitivas sobre los problemas de vivienda, porque no soy experto en casi nada, y menos en esta cuestión, pero es verdad que urge actualizar la legislación al contexto actual para que acceder a una vivienda digna no sea tan difícil.
Vemos el empleo como un privilegio en vez de como un derecho…
En estos años se ha reducido el paro, porque es un tema que se ha afrontado con decisión, pero la precariedad del mercado laboral es tan tremenda que muchas personas no sacan cabeza de la exclusión social. Mantener una familia está por encima de casi cualquier capacidad económica. Lo que reclamamos es un marco de economía social donde el trabajo sea decente, es decir, sujeto a unas condiciones laborales dignas y un salario justo.
¿El trabajo digno es la primera política social?
Una de las primeras, sin duda. Para nosotros, al menos, lo es. En Cáritas cada vez aportamos más dinero de nuestros presupuestos a desarrollar empresas de inclusión, donde podemos ofrecer oportunidades de autonomía personal y futuro digno a muchas personas que estaban excluidas del mercado laboral. Estamos realmente orgullosos de que el año pasado, con nuestro apoyo, más de 13.500 personas accedieron a un puesto de trabajo. Y esta es la tónica de los años anteriores.
Los datos del Informe Foessa muestran, entre líneas, una sociedad en tensión y angustiada. ¿Hay resortes en la sociedad civil para hacer con sus manos lo que la mano de la política hace a cámara muy lenta?
Sí. La sociedad civil responde siempre antes que la política, pero no podemos desvincularnos de los responsables políticos, porque son ellos los que marcan el camino.
Otro tema en auge que tiene relación con los nuevos pobres de España es la explosión de las rupturas familiares. Y va in crescendo.
La defensa de la familia es una de las señas de identidad de Cáritas, que busca una sola familia humana y una casa común. Gracias a las familias, que han actuado como colchón social, hemos superado la última crisis. Cualquier empeño por nuestra parte para garantizar que esa unidad siga siendo una tabla de salvación siempre será oportuno. La realidad demográfica actual nos dice que cuatro abuelos cuidan a un niño, y dentro de poco, un niño cuidará a cuatro abuelos. No podemos perder eso de vista nunca, porque la familia es la base de nuestra sociedad.
¿Nota usted que las preocupaciones sociales de la sociedad están en los ambones?
La Iglesia es nuestro ámbito de trabajo y de ella arranca nuestra primera línea de acción. Los sacerdotes y los párrocos son los que llevan las batutas en las Cáritas parroquiales. Nuestros obispos marcan las pautas de nuestra labor en cada diócesis, pero nos gustaría contar con un apoyo más comprometido desde todos los ambones para que Cáritas encuentre un respaldo más transversal y más constante.
En 2017, el 73% de las aportaciones a Cáritas (256,5 millones de euros) provino de aportaciones privadas. ¿Somos más generosos de lo que destacan los medios?
Nuestras necesidades son muchas y los proyectos que desarrollamos dependen de esas ayudas. La solidaridad de nuestra sociedad es manifiesta. Hasta ahora, la equis de la Renta era uno de nuestros principales apoyos, pero tenemos que buscar otros sistemas de financiación. Ahora hemos puesto en marcha una campaña para encontrar nuevos donantes y para fidelizar a los que tenemos. Hay empresas que muestran su solidaridad a diario y tenemos grandes esperanzas de que puedan aumentar su compromiso a través de la nueva modalidad de solidaridad fiscal que este mismo año comienza a funcionar dentro del Impuesto de Sociedades, donde se incluye una “X” solidaria.
Ese 73% me ha llamado la atención, porque en algunos ámbitos parece que la aportación pública es casi la única que mece la cuna… ¿Las aportaciones públicas son suficientes para todo lo que hace Cáritas?
No. Necesitamos sobrefinanciación en todos los aspectos. Estamos barajando nuevas vías de ingresos, como algún resquicio del nuevo impuesto de sucesiones, la ayuda de entidades empresariales, el respaldo de Lotería Nacional, o la firma de convenios con asociaciones y federaciones privadas. Tenemos que movernos mucho, pero notamos que la sociedad está abierta a ayudar cuando le pedimos un extra de colaboración. Desde luego, las necesidades de la calle son patentes. Ojalá tengamos que cerrar un día nuestras puertas porque ya no queda nadie a quien ayudar…
Además de dinero, ¿qué cosas concretas necesita Cáritas?
Tenemos un respaldo social amplio, pero necesitamos sentirlo más cerca, sobre todo por parte de las nuevas generaciones. La juventud está muy volcada hacia lo social, pero bastante desvinculada del trabajo de la Iglesia en este ámbito. Nuestro futuro depende mucho de lo que seamos capaces de involucrar a la juventud en la vida de Cáritas. Concienciar sobre la labor social de la Iglesia en colegios y universidades para ampliar la base joven de nuestro voluntariado es un reto importante para nosotros.
¿Contra quién arremete el que arremete contra la equis a favor de la Iglesia en la declaración de la Renta?
El que arremete contra la equis a favor de la Iglesia en la declaración de la Renta está cerrando los ojos a la realidad sin aportar nada a cambio. La Conferencia Episcopal destaca la labor ingente que hace la Iglesia en nuestra sociedad. Si algún día la Iglesia no dispone de los medios para acometer esa labor, se puede venir abajo la mitad de nuestra estructura social.
En la hipótesis de que Cáritas echara el cierre por falta de recursos, ¿cómo notaría la sociedad española su ausencia?
De entrada, ese millón y medio de personas a las que acompaña Cáritas España a través de sus programas o recursos sociales se quedarían sin apoyo. Y lo mismo cabe decir para otro millón y medio que pueden mejorar sus condiciones de vida en aquellos países de todo el mundo donde desarrollamos tareas de cooperación.
¿Cómo le han cambiado personalmente estos dos años y pico al timón de Cáritas?
Desde todos los puntos de vista me ha hecho mejor persona. Ojalá mi papel aquí pueda, al menos, compararse con todo lo que he recibido de Cáritas.
REBOBINANDO
No hace falta tener fe para palpar los frutos maduros de Cáritas, un faro firme para quien navega sin saber dónde pedir el rumbo. Hablamos de un campamento con 70 terminales diocesanas, 5.800 conexiones parroquiales, 5.000 personas contratadas, casi 85.000 voluntarios y más de tres millones de personas acompañadas con la cercanía que pocos servicios municipales alcanzan a dar.
Solo en 2017, el cepillo de Cáritas ha “invertido” 353 millones de euros en acción social, economía solidaria, cooperación y emergencias, porque hay veces en las que salta una catástrofe y entonces los últimos se convierten en los primeros.
Detrás de estas cifras hay católicos y no católicos. Practicantes y no practicantes. Personas buenas que no pueden ir por la vida sin arrimar el hombro cuando ven que muy cerca y muy lejos sobreviven como pueden los pobres de la parábola.
Al frente de este emporio de caridad está Manuel Bretón, y antes han estado otros dirigentes al pie del cañón dedicando su ilusión profesional a mover el cocotero, remover las conciencias, y convertir las palabras del Evangelio en una realidad viva y palpitante.
En el despacho general de este cuartel familiar sus capitanes disfrutan con la cantidad de noticias buenas que les presentan los mandos. Los hechos-no-palabras de la España generosa que torea a la España de ay-que-ver-cómo-está-el-mundo mientras se retuerce de egocentrismo en un sofá.
Aquí, en capitanía, echan en falta más compromiso juvenil y más ambones arremangados en la faena social, sin necesidad de convertir la Iglesia en una ONG. De alguna manera echan en falta que esas letras recortadas en cartulina que construyen frases encendidas y adornan los púlpitos en Navidad, en Cuaresma o en Pascua de Resurrección se conviertan en caracteres de carne y hueso en las caridades cristianas que andan despistadas por estos mundos de Dios.
Mucho hecho. Mucho por hacer. Entre la gente buena, el tiempo dedicado, las cabezas puestas al servicio y las manos a la obra, Cáritas lleva 72 años de vida en plena forma. Dando y comprendiendo. Esa constancia le convierte en cómplice de una sociedad con fuste y capitel.