Recientemente, diversos investigadores han fijado su atención en la tradición estradense que afirma que una “santa popular”, Santa Paterna, estaría enterrada hasta hoy en día en la iglesia parroquial de San Julián de Arnois.
Efectivamente, en la nave izquierda mirando hacia el altar, o “del Evangelio”, como se denominaba antiguamente en arquitectura religiosa, encontramos lo que parece ser un altar pétreo, tosco, con un retablo barroco encima. En realidad, los investigadores han visto que no se trata de un altar, sino de un sarcófago. Con dos aberturas a cada extremo, tapadas con tacos de madera, mirando dentro se puede apreciar la forma cóncava del excavado en la roca para el cuerpo. Aunque se halla lleno de tierra, curiosamente. Es curioso cómo esta tipología de altares con aberturas para “tocar o corpo santo” aparezca en otros sarcófagos como el de San Salvador de Lourenzá en Mondoñedo, o el del propio San Gonzalo en Mondoñedo también, ambos altomedievales. De entre ochocientos a mil años de antigüedad. Este hecho, junto con el detalle de que la iglesia esté en un alto, típico medieval, y la tosquedad estética del sepulcro, y el dato de que ya Jerónimo del Hoyo en su obra de 1607 refiera que en ese templo parroquial estaría enterrada en un “sepulcro de piedra” una monja santa, pues, dice, allí habría habido antes de su época un monasterio, refuerzan la idea de que pueda ser altomedieval.
Sin embargo, aún más curiosa es la teoría, no nueva, pues ya la refiere López Ferreiro en su Historia Compostelana de 1899, de si esa Paterna de Arnois pudiera ser en realidad el personaje histórico de Paterna Gundesindez, personaje muy importante en la historia de Galicia. En efecto, en torno al siglo X, condesa de Présaras junto con su esposo Hermenegildo, ambos miembros de una de las familias más poderosas de Galicia en el momento, fundan el monasterio de Sobrado dos Monxes. Tendrían varios hijos, uno de los cuales, Sisnando, sería arzobispo de Compostela, fortificaría la catedral, mandaría iniciar la construcción de los edificios de San Martín Pinario y de San Paio de Antealtares, y moriría en la zona de Teo, en la batalla de Fornelos, tratando de defender Compostela del caudillo vikingo Gunderedo y sus huestes. Además, resulta que Paterna amadrinaría al hijo de una de sus sirvientas, llamada Mustacia, un tal Pedro Martínez, pero quien se acabaría convirtiendo en San Pedro de Mezonzo, santo, arzobispo de Compostela, compositor para el mundo de la Salve Regina, y salvador del pueblo compostelano y de las reliquias del Apóstol al retirarse a la llegada de Almanzor, más tarde, sin presentar batalla de incierto resultado. Resulta curioso pensar en qué se habría podido fijar Paterna para hacer aquello, o cómo habría podido haber influido al joven Pedro.
Esta identificación la sostienen López Ferreiro, pero también Antonio Fraguas en su Romarías e Santuarios, Carlos Martínez Barbeito en su Vida y leyenda de San Pedro de Mezonzo, o Juan José Cebrián Franco en su Santuarios de Galicia.
Por otro lado, todos los datos parecen cuadrar: sabemos que los condes de Présaras tenían posesiones también en la zona del Ulla, el estilo altomedieval del sepulcro y la localización del lugar coinciden con la datación de la Gundesindez. Además no conservamos ningún dato acerca del lugar de enterramiento de alguien tan importante como Paterna Gundesindez, aparte de la Crónica de la Orden de San Benito del Padre Yepes del siglo XVII que dice que Paterna estaría en el monasterio de Cinis, pero la confunde con la abuela de su esposo, también Paterna, fundadora de aquel lugar, y un texto espurio del siglo XIX que afirma que se enterró en Sobrado, cuando del monasterio original no se conservaba ya nada hacía muchos siglos, y escrito por motivos interesados en época de la desamortización. Esta ausencia de datos tendría sentido al haber muerto Paterna en época de los saqueos vikingos, por otro lado. Incluso su nombre apunta en esa dirección, pues sabemos que Paterna era un nombre típico de la nobleza de origen visigótico. José Sanmartín nos cuenta que también la tradición oral popular lo parece avalar, pues conservamos unos versos populares que dicen así: “Santiña, Santa Paderna, nai de bispos e abadesa, que brillas máis ca unha reina sendo tan soio condesa”.
Habiendo considerado todo esto, se estudia abrir un proceso diocesano para estudiar el sepulcro, tomar muestras quizás, y quizás abrirlo, para comprobar si aún quedasen restos, o de qué modo, de Santa Paterna.
Carlos Miramontes