…no había lugar para ellos en el albergue Lucas 2: 7b
Oh, qué gran placer es encontrar un lugar en el que pasar la noche. Los peregrinos de Santiago de Compostela, cansados del mundo, conocemos la sensación. Probablemente puedas recordar un día en el camino, ya haciéndose tarde, en el que te preocupaba dónde podrías descansar esa noche. Cuanto más se hundía el Sol hacia el horizonte, más crecía tu ansiedad. Entonces llegó la oleada de alivio – casi aligerando el peso – cuando el hospitalero te dijo que “Estamos llenos, pero tengo un colchón que puedo poner debajo de las escaleras para tí.” Y tras soltar ese suspiro, tu siguiente respiro te llenó de alegría – la alegría que sientes cuando reconoces una bendición.
María y José caminando a Belén, no encontraron lugar en el mesón.
A principios de este año, mientras planeaba mi peregrinaje por el Camino de Wisconsin – un viaje de 140 millas (225 km) a través de campo montañoso desde Green Bay hasta Milwaukee, Wisconsin – no pude encontrar lugar en el mesón. Bueno, en realidad, sí que encontré un lugar para dormir en todas excepto una de mis paradas. Ese pueblo parecía ser la némesis de mi bien planeado itinerario.
Sin embargo, como una veterana peregrina, he aprendido a confiar en que el Señor tiene el lugar perfecto para mí. Aunque la provisión a veces parezca aleatoria, viniendo de formas inesperadas. Quizá María y José eran peregrinos veteranos, también. Partieron de su casa sin saber dónde se quedarían en Belén, tal y como yo salí de casa, sin saber dónde dormiría en Cooperstown, Wisconsin.
Algunos académicos de la Biblia creen que no había un mesón en Belén. Lucas, quién escribió la narrativa de la natividad, utiliza la palabra griega katáluma, que suele significar “habitación de invitados.” Los más agitadores dicen que si Lucas se refiriera a un mesón, habría utilizado pandócheon, que denota alojamiento usado por viajeros. Postulan que si María y José estaban en casa de amigos o familia, pero la habitación de invitados estaba completa debido a los muchos otros que viajaron a Belén por el censo.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen Lucas 2:1-3
La teoría continúa afirmando que, ya que María necesitaría privacidad dando a luz, los propietarios del lugar ofrecieron la caseta de los animales adyacente a la casa. En cualquier caso, Cooperstown era mi Belén. En esa aldea rural de Wisconsin, no había posada, AirBnB, ni alquiler vacacional.
Tras dejar mensajes para la secretaría de la Iglesia de St. James en Cooperstown, publicar mis necesidades en el grupo de Facebook American Pilgrim’s on Camino, contactar a otros peregrinos que vivían en Wisconsin y pedir a amigos que tenían familia en el estado que corriesen la voz, aún no tenía planes firmes cuando salí de casa. El Padre Andrew Kurz, el administrador del Camino de Wisconsin, había avisado de que “Debido al COVID, es complicado encontrar alojamiento en rectorías de la iglesia o casas de parroquianos.”
Semanas antes, el Padre Santy (abreviatura de Santiago, por cierto) en Cooperstown contestó a mi email reportando que estaba buscando parroquianos hospitalarios. Pensé en enviarle un último email mientras entraba en la “National Shrine of Our Lady of Good Help” para la misa en el primer día de mi viaje.
“Permite que Dios te dirija,” sermoneaba el sacerdote durante la homilía. “No te centres en lo terrenal.” Fue el recordatorio que necesitaba para abandonar el control de mi casi completo itinerario. Aún quedaban tres noches hasta Cooperstown. Podía confiar en la aleatoriedad de Dios y dejarle ponerse a cargo.
Sin embargo, sin que yo lo supiese, el Padre Santy ya me había mandado por correo electrónico la información de Jim y Josie, que me habían invitado a quedarme en su granja. El email sin leer permaneció enterrado en mi bandeja, esperando a ser descubierto. Salí de la National Shrine, la única ubicación en los Estados Unidos donde tuvo lugar una aparición mariana aprobada por la Iglesia Católica, y empecé mi peregrinaje por el Camino de Wisconsin.
Dos días más tarde, después de caminar unas 30 millas, el Padre Santi me mandó un mensaje, “Jim y Josie preguntan si te vas a quedar con ellos mañana.” Llamé a Josie inmediatamente. Dios debe haber sabido que necesitaba ese tiempo extra para entender la lección de dejar que las cosas pasen. A veces parece que la provisión de Dios es aleatoria o por casualidad. Aún así, sabe lo que está haciendo – tiene un plan. Solo tenemos que confiar en que lo tiene. Esa es a veces una lección difícil, pero oh, el júbilo que sientes cuando te es revelada. Ese podría ser el júbilo sentido por María y José cuando Dios cubrió su necesidad de una forma tan aleatoria e inesperada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. Luke 2: 6-7 NABRE
por Stacey Wittig
Stacey Wittig, premiada escritora de viajes, ha caminado más de 4100 kilómetros/2500 millas por rutas de peregrinaje del Camino en España, Italia y Francia. Años de experiencia mochilera emparejados con su amor por el Señor hacen una combinación ganadora para aquellos que buscan una guía ligera y todo en uno (ligera, todo en uno guía) de devoción y camino para peregrinajes del Camino de Santiago. Stacey, que ha escrito sobre sus aventuras de senderismo en India, Nueva Zelanda, Tanzania, Perú, Canadá y los Estados Unidos, utiliza el Credo de los Apóstoles como mapa para su camino con Cristo. La escritora, creyente y guiada por la espiritualidad, escribe desde su casa en Arizona, cerca del Gran Cañón.
Es la autora de varias “Spiritual Walking Guides”.
Escribe sobre el Camino de Wisconsin en unstoppablestaceytravel.com