Desde el comienzo de la situación de alarma provocada por la emergencia sanitaria generada por el COVID19, la entidad Centro Cultural Social Juan XXIII ha intentado adaptar su respuesta a las necesidades de las personas usuarias.
De este modo, dos días antes de la declaración oficial del estado de alarma, la entidad bloqueó sus pernoctas dando la opción a los alojados de quedarse en el recurso hasta el momento que se levantase dicha situación. Por esta causa, a tal fecha (12/03/2020) se contaba con 21 pernoctantes. El día de la implantación del estado de alarma (14/03/2020) el número de pernoctantes era de 18 personas. Paulatinamiente algunos optaron por irse, tomaron la opción libre de dejar el recurso y actualmente contamos con 11 personas que siguen haciendo lo posible por mantenerse con ánimo en esta situación y confiando en que pase pronto pero sobre todo que se mantengan con salud.
La primera semana de confinamiento se mantuvo la atención externa de duchas y ropero que ya se ofrece habitualmente, realizándola con un control en la puerta que permitía el cumplimiento de las normas de seguridad en el interior, así como la correcta limpieza posterior. Con ello se favorecía la atención a las personas que aún quedaban en calle mientras se articulaban las ayudas por parte del Concello.
A partir de la segunda semana se dejaron de dar servicios externos al quedar ubicadas las personas en diferentes recursos articulados por el Concello. Desde ese momento todo el esfuerzo se volcó en el cuidar que los alojados se mantuvieran en las instalaciones cómodos y, sobre todo, sanos.
No obstante, sí que se ha mantenido el servicio de distribución de lotes de alimentos a las familias más necesitadas, realizándose en esta ocasión una distribución extraordinaria.
Como estos estaban de modo continuado en las instalaciones, cosa que en momentos de normalidad no es así, ya que se permitían las salidas y entradas hasta el cierre del recurso por la noche, hubo que reorganizar el servicio que presta la entidad. Para dar respuesta a este aspecto y, sobre todo, preservar al máximo a los usuarios, los trabajadores pasaron a hacer jornadas contínuas que reducían la entrada y salida continua de personal para, de ese modo, minimizar los riesgos de contagios. Se formó un equipo de cocina liderado por la Integradora Social, que prepara las tres comidas diarias para que sean variadas y sanas, dándose cabida hasta a aquellos platos que podían echar de menos.
También se flexibilizaron los horarios de descanso permitiendo, por ejemplo, el rato de siesta posterior a la comida. Se pusieron a disposición de los usuarios del Albergue películas, juegos de mesa y libros que están ayudando a que se haga más llevadero el tiempo de confinamiento.
Además, desde la entidad se hizo un esfuerzo aún mayor, ya que se realiza la compra periódica de tabaco por cuenta de la institución, lo que, por una parte impide que los usuarios deban salir a comprárselo, reduciendo los riesgos que ello implica, y además permite que los usuarios estén más tranquilos, dado que la mayoría son fumadores. También se han ampliado las zonas comunes que pueden
Miguel de la Mata
Rector del Convento franciscano de Santiago y director del Albergue