El pan de la cultura
“El barrio de Atocha de La Coruña en el año 1913 era un lugar marginal donde el hambre, la miseria y la incultura tenían su cuna. Don Baltasar Pardal se conmueve ante tal situación y acepta el reto de dar sentido a un conjunto de vidas que vagaban sin rumbo a lo largo y ancho del barrio. Su sueño: un gran comedor, una gran cocina, una gran escuela y unos grandes talleres.” Nacía la Grande Obra de Atocha. Hoy, en ese barrio, Las Hijas de la Natividad continúan aquella labor. El colegio sigue a pleno rendimiento “on-line” durante la pandemia; su comedor sigue abierto. Aunque hayan pasado más de 100 años desde que se encendió esta pequeña luz en el rincón de una ciudad, ayudar a las personas sigue teniendo más vigencia que nunca.
La cocina del Colegio de la Grande Obra sigue abierta. Los alumnos becados por el ayuntamiento vienen a recoger su plato cada día. Entre ellos, la mayoría estudia en el centro, excepto un pequeño grupo. Las religiosas de la Natividad han visto cómo aumentan las dificultades de las familias a raíz del parón laboral de la sociedad.
67 comidas diarias parten hacia sus destinatarios desde la Institución. Ha habido que gestionar varios préstamos de ordenadores, para el seguimiento de la actividad docente y la entrega de tareas en familias que carecían de los medios necesarios. Existen familias que padecían enfermedades, ya de por sí dolorosas, y han visto agravar su situación por contraer el coronavirus alguno de sus miembros. En estas circunstancias, el Colegio procura acompañar esa situación del mejor modo posible.
Las religiosas comentan que, durante el curso, el comedor funciona a pleno rendimiento. Unos 900 alumnos (de un total de 1200) se quedan a comer; se les atiende en tres tandas. Durante el confinamiento, la tarea aún es más difícil, aunque no lo parezca: la comida ha de colocarse en tápers, con lo cual el trabajo diario de dos cocineras, dos personas de mantenimiento y dos Hijas de la Natividad, ha de mantener un ritmo alto desde primera hora de la mañana para que todo esté listo a las 13:00h. “Protección Civil nos ha felicitado alguna vez por el buen menú que repartimos”, asegura una religiosa con satisfacción.
Las situaciones futuras se prevén complicadas. Los autónomos, por ejemplo, han sido los primeros cuyos planes se han quebrado. Una familia, al comenzar la crisis, ha tenido que dejar a los niños con sus abuelos, para alejarlos un poco de los problemas económicos, de las estrecheces, de las dificultades para pagar los recibos, etc. La Grande Obra de Atocha tratará de seguir siendo ese lugar de luz y consuelo que soñó su Fundador.