Tercer jueves de Cuaresma

Via Crucis de María, la Madre de Jesús

Texto litúrgico

“Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien” (Jr 7, 23).

Imagen:

Mujer palestina con un niño

Sexta Estación

El despojo afectivo

Texto bíblico

«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que les dijo” (Lc 2, 49-50). En Caná, “Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora»” (Jn 2,4). Y en otra ocasión: “Uno se lo avisó: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo». Pero él contestó al que le avisaba: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre» (Mt 12,47-50).

Comentario

Son muchos los textos que nos revelan la forma de relacionarnos entre nosotros y con Dios de acuerdo con el Evangelio. La naturaleza tiene sus leyes, la biología y la afectividad humana se representan en la carne y la sangre, pero los hijos de Dios no nacemos de la carne y de la sangre, sino del agua y del Espíritu. María debió superar la maternidad biológica no solo en relación con Jesús, sino también en relación con toda la humanidad, y no sin dolor. Dice san Juan: “Vino a su casa (la Palabra), pero los suyos no la recibieron; a los que la recibieron les dio poder para ser hijos de Dios. Estos no han nacido de la carne y de la sangre, sino de Dios” (Jn 1, 11-13).

Cuestión

¿En que fundas tus relaciones positivas con los demás, en que son familia, te caen bien, son atractivos…, o en que son hijos de Dios, sacramento de Jesús?

Ángel Moreno Buenafuente