Testimonio: Juan Vicente Boo

Economista, periodista y escritor, nacido en A Pobra do Caramiñal. Corresponsal del diario ABC en Bruselas, Hong Kong, Nueva York y el Vaticano. Testigo de la actividad diaria de san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco desde 1998 hasta hoy. Autor de “El Papa de la alegría” y “33 claves del papa Francisco”.

 

¿Qué opina del Coronavirus?

Ha sido un intruso sorprendente por su potencia y su malicia – los 15 días de estar contagiando sin saberlo a otras personas antes de notar los síntomas- pero, a la vez, un intruso esperado.

Hemos tenido muchos avisos previos como el SARS-Cov-1, y el MERS, pero no hemos hecho caso. Tenemos que aprender a vivir de un modo más sencillo, más sano y con mayor responsabilidad personal por los demás.

Y, para espaciar las pandemias de virus de animales: frenar el destrozo de la selva virgen, prohibir los criaderos de perros mapaches asiáticos para producir pieles, limitar el tráfico de animales exóticos y controlar los “mercados húmedos” de animales y peces vivos para alimentación dentro de las ciudades.

 

¿Le cuesta estar en casa?

Sí, pero no demasiado. Desde que contamos con Internet, la mayoría de los corresponsales extranjeros trabajamos en nuestras casas. Entre salidas de trabajo, al supermercado o a la farmacia no me he sentido “encerrado”. Lo que siento es no ver a los amigos para evitar contagiarnos entre nosotros.

Pero lo más extraño para todos es no ver al Papa más que en pantalla desde finales de febrero. La cuarentena nacional empezó en Italia el 9 de marzo, pero Francisco llevaba ya diez días de aislamiento por un fuerte resfriado que notamos el Miércoles de Ceniza, 26 de febrero.

 

Algo que le ayude a sobrellevar la rutina diaria

Los corresponsales trabajamos siete días a la semana y hacemos habitualmente jornadas largas desde que miramos las agencias la primera vez al amanecer hasta la última antes de ir a dormir.

Tanto a mí como a mis compañeros se nos han pasado los dos meses sin darnos cuenta porque estábamos muy atareados.

 

¿Qué lección podemos sacar de todo esto?

La importancia vital de la familia y de los “trabajadores esenciales” como sanitarios, limpiadoras, reponedores de supermercados, camioneros, repartidores, voluntarios, etc. que el Papa ha llamado “los héroes de la puerta de al lado”.

También la importancia de la ayuda asistencial de tantas organizaciones católicas, grandes y pequeñas, que han salvado a España y a Italia de un desastre humano.

 

Unas palabritas para Dios

Como nos recuerda a cada paso Francisco, Dios es un Padre bueno y misericordioso, que debemos imitar en su amor a cada persona, sin discriminaciones. Aun profundamente dolorido por la tragedia, el Papa se ha mantenido muy sereno porque está rezando todavía más de lo habitual. Cada día repite, entre otras oraciones, la de Santo Tomás Moro para pedir el buen humor.

 

Una dedicatoria para alguien

A las religiosas de clausura. Habitualmente los periodistas las conocemos poco y les hacemos poco caso. Pero en esta crisis han sido un faro de oración, de esperanza, de fabricación de mascarillas… Ha sido una alegría conocerlas mejor cuando muchas comunidades se han asomado más a las redes sociales para transmitir esperanza, espiritualidad y consuelo en momentos muy duros.

 

Un modo de servir a los demás sin salir de casa

El mío específico es escribir. Llevo muchos años informando sobre tres grandes papas -san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco- a personas que no conozco, salvo excepciones gratísimas. Le doy a la tecla pensando en la persona que puede mejorar su vida personal leyendo lo que dice o hace el Papa, el mejor “entrenador personal” para la vida del espíritu.

 

Un sueño para el futuro

Que mucha gente sea feliz sirviendo y haga feliz a otros a lo largo de su vida con las tres grandes “fórmulas” de Francisco: “La alegría del Evangelio”, “La alegría del amor” y “Laudato si”. Esta última podría haberse titulado “La alegría de la creación” pues también la naturaleza, igual que el Evangelio y la alegría, nos revela al Creador.