- El arzobispo pide que “la luz de Belén no se apague por los vientos gélidos de la indiferencia religiosa”
La Navidad dijo hoy el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio es la celebración del misterio de “Dios con nosotros”, que se revela “como debilidad, ternura, cariño, misericordia. Cómo nos anima pensar que todo lo débil tiene sentido en nosotros. Todas las debilidades de nuestra historia tienen posibilidad de futuro. Se ha abierto de par en par la puerta de la esperanza”. Así lo indicaba en su homilía de la Misa de Navidad celebrada este mediodía en la compostelana Iglesia de San Francisco. El arzobispo recordó que “el Hijo de Dios se hizo hombre para redimir todas las situaciones humanas: las alegrías, y las tristezas; los éxitos y los fracasos; la salud rebosante y la enfermedad; los momentos de plenitud radiante y los instantes de dudas y perplejidades”, al tiempo que pidió cuidar para que “la luz de Belén no se apague por los vientos gélidos de la indiferencia religiosa”.
Monseñor Barrio explicó que para los cristianos festejar la Navidad es celebrar “que Dios se ha hecho hombre por nosotros para acompañarnos en estas circunstancias en que vivimos. “El Señor consuela a su pueblo y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios”. Para el arzobispo, “son alentadoras estas palabras en medio de la incertidumbre y desvalimiento que padecemos”.
“Estamos celebrando un Misterio”, añadió el arzobispo, “que marca la historia humana según el designio de Dios y desdibujada por el hombre en las guerras, el terrorismo y la intransigencia y no aceptación de los demás. Dios en su Hijo ha puesto su tienda en medio de nosotros, rompiendo nuestros esquemas”. Y aseguró que “esto lo entienden sólo quienes son capaces de descubrir la señal de “un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”; quienes saben que la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad; y quienes tienen conciencia de que Dios es amor”.
“Vivir la Navidad es recuperar la fuerza para afrontar los problemas de la vida diaria, personal, familiar, laboral, política y social, como hijos de Dios”, dijo monseñor Barrio. “El cielo y la tierra se juntan en una Palabra nueva: Misericordia entrañable derramada como bálsamo sobre la herida del hombre, y nos redime del hastío y del cansancio de vivir, y nos proyecta al Infinito de Dios”, afirmó.
A la vez, invitó a todos a caminar “en la luz, viviendo como hijos de la luz, manifestada en las buenas obras; y decidámonos siempre por la defensa de la dignidad de los más débiles, sin olvidar que en nuestra relación con Dios cobran sentido la visión del mundo y del hombre, los principios y valores que nos llevan a encontrarnos con Dios en el hombre. La Navidad nos invita a transformar nuestra sociedad en una realidad de comunión y fraternidad en medio del desgaste espiritual que padecemos”.