EL CUERPO HUMANO consta de muchos miembros, y todos tienen un cometido distinto para cada uno de ellos. La conjunción de los diversos miembros -ojos, boca, vísceras, pies- han de servir al desarrollo armónico del cuerpo. Cuando a esos miembros se les ofrece el alimento adecuado para cada uno, podemos decir que el cuerpo se construye y edifica sobre sólidas bases.
La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana presenta al pueblo de Israel en su tierra. El sacerdote y escriba Esdras proclama la ley de Dios a lo largo de muchas horas, y los levitas explican su sentido, de modo que el pueblo lo entienda. El pueblo asiente con el “Amén” de la aceptación, y adoran a Dios. El gobernador Nehemías y los otros guías del pueblo exhortan a todos a gozar con la comida, pues aquel día está consagrado al Señor.
San Lucas muestra al comienzo de su Evangelio que busca los hechos que son fundamento de su fe, tratando de ser claro al exponer con seriedad lo que refiere. En seguida se centra en una visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret, para participar en ella. Le ofrecen para leer un pasaje de Isaías, en donde se alude al Siervo Sufriente, sobre el que reposa el Espíritu del Señor, que lo envía a hacer el bien a todos y a proclamar de ese modo el “año de gracia” del Señor. Redondea lo que decía Isaías con lo que manifiesta él a continuación: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
San Pablo se dirige a los Corintios, y proclama que, así como el cuerpo tiene muchos miembros y todos han de colaborar al servicio del cuerpo, así es Cristo: todos los cristianos formanos su Cuerpo, y cada uno -apóstoles, profetas, sabios, curadores…- es su miembro, al servicio de todo el cuerpo.
José Fernández Lago
Artículo publicado en El Correo Gallego