El latido de los hermanos

Miguel llegó a Arteixo hace poco tiempo. Una de esas historias románticas de “chico conoce a chica” le trajo a vivir desde Barcelona a la tierra ártabra. Todavía hay quien le pide ver las fotos de su reciente bautismo, lo cual le da pie para hablar de su conversión. Aunque, si tuviera que elegir, Miguel preferiría los hechos a las palabras para dar testimonio de su fe. “Esa gente es mi gente”, razonó al enterarse del desastre ocasionado por la reciente Dana en el Levante español. Le gusta decir que del cuarto mandamiento se desprende el deber y la corresponsabilidad de ayudar al propio país y a sus habitantes.

Así, cual moderno “cruzado”, hizo un paréntesis en su trabajo para viajar a Paiporta, en el epicentro de los daños provocados por las inundaciones. Acaba de regresar y relata su experiencia. Para él no son valencianos. Son como hermanos en apuros a los que no se puede dejar tirados.

1. El inicio de la inquietud por ayudar

 

2. El plan solidario toma fuerza y se encuentra con la tragedia

 

3. Las tareas acometidas

 

4. Una lección de vida