Este verano además de un jubileo el Papa ha estado pendiente de la realidad política y ante la red de legisladores internacionales católicos reunidos en Roma les animó, por su actualidad, a seguir reflexionando sobre el nuevo orden mundial, la política de las grandes potencias, el poder/dominio de las multinacionales y el futuro de la prosperidad humana y expresó que para disponer de una visión esperanzadora es importante revisar el pasado.
Siguiendo a San Agustín ha dicho que a los cristianos se nos anima a “impregnar la sociedad terrena con los valores del Reino de Dios, orientando así la historia para su cumplimiento último en Dios, que permita también la auténtica prosperidad humana en esta vida”.
Define el Papa la prosperidad, no como una vida con riquezas materiales sin restricciones y de placer, sino como aquel desarrollo humano integral que permite el pleno crecimiento de cada persona humana en todas las dimensiones; física social, cultural, moral y espiritual, enraizada en la ley natural, el orden moral que Dios inscribe en el corazón humano cuyas verdades más profundas son iluminadas por el Evangelio de Cristo.
Dirá que el Señor ha venido para que “tengamos vida y la tengamos en abundancia” y que hay dos tipos de amores. Y el futuro de la prosperidad humana depende del tipo de amor que se escoja para organizar la sociedad. Un amor egoísta “o amor propio” frente “el amor a Dios y al prójimo”.
El papa ha usado las catequesis para dar las siguientes pinceladas sobre el amor al prójimo;
1. Hablando del milagro en que Jesús da voz a un sordomudo (Mc 7,31-37) dirá el Papa que al decir efatá Jesús con esta palabra sencilla y hermosa invita a quien ha dejado de escuchar y hablar a abrirse “ «¡Ábrete a este mundo que te asusta! ¡Ábrete a las relaciones que te han decepcionado! ¡Ábrete a la vida que has renunciado a afrontar!». Cerrarse, de hecho, nunca es una solución.
Después del encuentro con Jesús, esa persona no solo vuelve a hablar, sino que lo hace «normalmente» …. Este adverbio … parece querer decirnos …Quizás este hombre dejó de hablar porque le parecía que decía las cosas mal, quizás no se sentía adecuado. Todos experimentamos que se nos malinterpreta y que no nos sentimos comprendidos. Todos necesitamos pedirle al Señor que sane nuestra forma de comunicarnos, no solo para ser más eficaces, sino también para evitar herir a los demás con nuestras palabras; volver a hablar “normalmente” es el comienzo de un camino”
2. Dios está pendiente, no improvisa, prepara. Y recuerda que cuando Marcos relata la última cena “ Es como si todas las cosas hubieran sido preparadas de antemano. De hecho, así es. En este episodio, el Evangelio nos revela que el amor no es fruto del azar, sino de una elección consciente. No se trata de una simple reacción, sino de una decisión que requiere preparación.” porque “Dios siempre nos precede. Incluso antes de que nos demos cuenta de que necesitamos acogida, el Señor ya ha preparado para nosotros un espacio donde reconocernos y sentirnos sus amigos.” y a nosotros nos pide que hagamos nuestra parte, porque somos libres para actuar responsablemente.
3. Cuando se nos traiciona o cuando somos nosotros los que traicionamos siempre hay una oportunidad de ser salvado solo por quien “ha conocido la verdad de un amor profundo” pues solo él “puede aceptar también la herida de una traición” dirá el Papa que “El Evangelio no nos enseña a negar el mal, sino a reconocerlo como una ocasión dolorosa para renacer.” porque “La fe no nos evita la posibilidad del pecado, sino que nos ofrece siempre una vía para salir: la de la misericordia”
4. Dios ama hasta el final porque hay “Un amor que no se detiene ante el rechazo, la decepción, ni siquiera la ingratitud. Jesús conoce la hora, pero no la sufre: la elige.” Porque “el verdadero perdón no espera el arrepentimiento, sino que se ofrece primero, como un don gratuito, incluso antes de ser acogido.” porque el perdón manifiesta la esperanza al no permitir “que el mal sea la última palabra”…“Perdonar no significa negar el mal, sino impedir que genere más mal. No es decir que no haya pasado nada, sino hacer todo lo posible para que no sea el rencor el que decida el futuro..”
En resumen, hablemos normalmente de aquel que nos apasiona y trae la paz al mundo, porque Dios va por delante, no se detiene ante el rechazo o la ingratitud, aprendamos con Cristo que el perdón ante la traición impide que el mal genere más mal y permite la prosperidad común y eso es aplicables los países y a los grupos de personas más pequeños.
María Puy






