En el Domingo de Ramos, monseñor Prieto destaca la importancia de vivir este tiempo litúrgico como un camino espiritual

  • El arzobispo en el Domingo de Ramos: «Que el Evangelio sea vivencia compartida, no solo palabra escuchada».

A las seis de la mañana del domingo, un equipo compuesto por 31 miembros de la Asociación de Alfombristas do Corpus Christi de Ponteareas inició la confección de una alfombra floral en la praza de A Quintana.

Este colectivo, conocido por su excelencia en la creación de alfombras durante la festividad del Corpus Christi, utilizó exclusivamente materiales naturales como tuya, eucalipto, semilla de acedera, claveles… El diseño incorporó detalles elaborados con semilla de eucalipto y corazón de maíz cortado en rodajas, mostrando un despliegue de tradición y creatividad.

La procesión de la Borriquita, una de las más concurridas de la Semana Santa, culminó con la bendición de ramos y palmas por parte del arzobispo de Santiago, mons. Francisco José Prieto, desde A Quintana.

Tras la bendición, se celebró la Misa Estacional en la Catedral de Santiago, presidida por el  arzobispo de Santiago. En la homilía invitó a los fieles a vivir la Semana Santa como una oportunidad de introspección y transformación personal: «Permitidme invitaros a que esta Semana Santa sea como un peregrinar por los paisajes del alma. Que este tiempo litúrgico sea un camino donde el Señor recorra nuestras vidas, renovando la esperanza que viene de aquel que, crucificado, celebraremos resucitado».

Destacó la humildad y el servicio como valores esenciales en el seguimiento de Cristo, recordando su entrada en Jerusalén montado sobre una borrica: «Ese es el Señor al que acompañamos hoy, no como el que viene a ser servido, sino como aquel que sirve. No hay amor más grande que el de quien da la vida por sus amigos». En este contexto, invitó a los fieles a reflexionar sobre el sacrificio y la entrega como camino hacia la plenitud espiritual.

El prelado compostelano también profundizó sobre las contradicciones y adversidades que enfrenta el ser humano, reflejándolas en el camino de la cruz: «La verdad padece, pero no perece», afirmó, recordando que Jesús, aun siendo insultado y rechazado, mantuvo su mensaje de reconciliación y amor.

Invitó a los fieles a enfrentar sus propias cruces con compasión y solidaridad, evocando la figura de Simón de Cirene y las mujeres que acompañaron a Cristo en su sufrimiento: «Que no falte la compasión en nuestro camino, ni las manos que sostienen cuando las fuerzas flaquean».

Finalmente, el arzobispo animó a los presentes a abrir sus corazones y dejarse transformar por el mensaje de Cristo: «Dejad que el Señor procesione por vuestras vidas, que el Evangelio no sea solo palabra escuchada, sino vivencia compartida. Abramos las puertas de nuestro espíritu y dejemos que Él haga morada en nosotros».