Esperanza

Hoy comienza el Adviento y un nuevo Año Litúrgico. La 1ª lectura de la Misa, del profeta Jeremías, se refiere al cumplimiento de la promesa hecha por Dios a David. El profeta Natán había prometido al rey que no se apartaría la realeza de su familia antes de la llegada del Mesías. Se decía de este que ejercería la justicia y el derecho en la tierra. Cuando se lleve a cabo el cumplimiento de esta profecía, el recién nacido se llamará “Jesús”, que significa “Dios salva”. De ese modo en Jerusalén vivirán en paz, y la capital de Judea se denominará “el Señor es nuestra justicia”.

La 2ª lectura está tomada de la 1ª Carta de San Pablo a los Tesalonicenses, el escrito más antiguo del Nuevo Testamento. En esa Carta, el Apóstol muestra sus deseos de que todos ellos rebosen amor mutuo, y amor a todos. Esa actitud será la más apropiada para preparar la venida gloriosa de Cristo. Ya saben, si siguen el ejemplo de S. Pablo, cuál es el modo de agradar a Dios; y de esa forma se han de preparar para presentarse santos e irreprensibles ante Dios.

El Evangelio según San Lucas refiere lo que acontecerá al final de los tiempos: habrá grandes signos en el cielo, que producirán angustia en la gente, ante lo que veían venirse encima de todos. En esa situación de terror, aparecerá en una nube el Hijo del Hombre, con gran poder y gloria. Entonces los creyentes deberán alzar la cabeza, pues se acerca su liberación. Para prepararse a ello, habrán de procurar que no se les embote la mente por la bebida y por el ansia de dinero. Si lo hacen así, podrán mantenerse en pie ante el Hijo del Hombre.

José Fernández Lago