IV Domingo de Adviento

Evangelio

“En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».” (Lc 1, 39-45)

Comentario

Siempre me sorprende la reacción inmediata que tuvo María, una vez que el Ángel, después de anunciarle su próxima maternidad, la dejó. No es fácil comprender que una muchacha de unos catorce años, a la que se le había revelado algo tan sobrecogedor, como respuesta inmediata salga de prisa de su casa y se ponga en camino hacia la montaña de Judea, al pueblo de su pariente Isabel, distante unos 140 Kms.

¿Cómo es posible que la dejaran salir sus padres, que se arriesgara a ir sola entre caravanas? Ante estas preguntas, algo distinto nos quiere decir el texto, cuando la lógica no parece compatible con el relato.

El texto de Lucas es uno de los más emblemáticos, y en él se puede observar una referencia a la subida del arca de alianza a Jerusalén por el rey David, procesión en la que el rey sube exultante, colmado de alegría. María cantará ante su prima: “Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador”.

Otra resonancia posible es leer el pasaje desde la perspectiva pascual. Es desde la Resurrección de Jesucristo, desde donde se comprende mejor el relato. La expresión “se levantó” es la misma que aparece en la mañana de Pascua, y la reacción de María, de subir deprisa a la montaña, obedece al movimiento con el que reaccionan quienes son testigos tanto del nacimiento del Niño Jesús, como de su resurrección.

Los pastores fueron corriendo a ver lo que les habían dicho los ángeles de aquel Niño. En la mañana de Pascua, “Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro”. A María de Betania la vieron levantarse y salir deprisa, cuando su hermana Marta le avisó de la presencia de Jesús.

La andadura que realizó la Virgen María, de Nazaret a la montaña de Judea, ha sido considerada por los últimos Papas en sentido teológico. Benedicto XVI llega a decir que fue la primera procesión del Corpus. Francisco, por este pasaje, llama a María la Virgen de la Prontitud.

A las puertas de Nochebuena ¡vayamos nosotros también deprisa a Belén! Y compartamos la alegría del acontecimiento que da razón a la fe cristiana.

Ángel Moreno Buenafuente