La cofradía del Carmen de Sísamo, doscientos cincuenta años de tradición

Entre los siglos XVI y XVIII, florecieron en las parroquias del rural una gran cantidad de cofradías con el fin de implantar o sostener el culto a una devoción en particular; muchas de estas asociaciones estaban no solo bajo el patrocinio de algún personaje del santoral, sino que en su inmensa mayoría tenían por patrona a alguna advocación de la Virgen María, en especial bajo el título del Rosario. A partir del siglo XVIII fue ganando terreno la devoción y las cofradías de la Virgen del Carmen, cuya imagen se halla en la mayoría de nuestras iglesias. En la parroquia de Santiago de Sísamo, municipio de Carballo, existieron cinco cofradías: la del Santísimo Sacramento, la de la Virgen de la Presentación, la del Rosario, Ánimas del Purgatorio y la del Carmen, esta última todavía vigente y con más de trescientos asociados de todas las aldeas circundantes.

La cofradía del Carmen de Sísamo fue instituida canónicamente el 3 de mayo de 1770, gracias a las gestiones del clérigo Fernando Manuel Cerdeira y Luaces, párroco de esta feligresía y abogado de la Real Audiencia del Reino. Ese día tuvo lugar una misa solemne, un sermón pronunciado por el fraile agustino Antonio Reinaldos, exposición y procesión con el Santísimo Sacramento y, al final de estos actos, se cantó la Salve a la Virgen del Carmen. Previamente, fue necesario lograr las autorizaciones debidas de la Orden Carmelita, para que todos los cofrades asociados gozasen de los privilegios e indulgencias establecidas; de este modo, en uno de los libros de la cofradía (que abarca desde 1831 a 1862), encontramos las licencias y las bulas, entre ellas la fundacional, escrita en latín y otorgada en Madrid el 6 de febrero de 1770 por José Alberto Jiménez, maestro y doctor de Sagrada Teología, prior general, comisario y visitador apostólico de los religiosos de toda la orden de la antigua observancia regular del Monte Carmelo.

Aparte de autorizar la fundación de la cofradía del Carmen en la parroquia de Sísamo, concede licencia y facultad al párroco Fernando Manuel Cerdeira, así como a sus sucesores, de bendecir e imponer los escapularios, distintivo de la devoción carmelitana, así como de absolver los pecados a todos los cofrades debidamente anotados en el libro de la cofradía. En esta bula, traducida en Santiago por el presbítero Sebastián Gabriel Pereiro en 1881 y siendo párroco Juan Romualdo Fachal, reúne todas la indulgencias que gozan los cofrades, con la condición de haber recibido los sacramentos de la confesión y comunión; entre muchos privilegios espirituales podemos citar la indulgencia plenaria a todos los cristianos que se asocien a la cofradía, plenaria a los que participen en la fiesta que se celebra en honor de la Virgen del Carmen en la parroquia que esté establecida la hermandad, plenaria a los que participen en la procesión mensual de la cofradía, trescientos días de indulgencia a los que se abstuviesen de comer carne en aquellos días no acostumbrados por la Iglesia, cuarenta días de indulgencia a los que rezasen siete padrenuestros y siete avemarías, cien días a los que acompañen el cortejo fúnebre de cualquier persona sea o no cofrade, cien días a los que recen el oficio de la Virgen, cinco años y cinco cuarentenas a los que usen el escapulario-hábito carmelita y que se confiesen y comulguen una vez al mes, cien días de indulgencia a los que enseñen la doctrina cristiana, asistan a los pobres, hospeden peregrinos, favorezcan la paz, etc.

Una vez establecida la cofradía del Carmen en Sísamo, el párroco —para poder cumplir lo que establecen los estatutos y la bula— solicitó al arzobispo de Santiago que concediese una fecha fija para poder celebrar la fiesta, así como la procesión mensual en honor de la Virgen del Carmen. La respuesta se produjo el 6 de abril de 1770 por parte del provisor del arzobispado, Pedro de Hombre Varela, canónigo, gobernador y vicario general: por mandato del prelado, se fijó la fiesta el domingo siguiente al 16 de julio y la procesión el tercer domingo de cada mes. En uno de los libros se conserva el listado de cofrades. Ocupa 18 folios con asociados de las parroquias del entorno de Sísamo, como Berdillo, Cances, Goiáns, Oza, Valenza, Lemaio, Oca, Bértoa, Traba, Verdes, Vilela, Xaviña, Coristanco, Rus, Montemaior o, incluso, de la ciudad de A Coruña. En los primeros años de la hermandad, el número de inscritos se elevó y, por el mismo motivo, los ingresos se incrementaron: en 1772 encontramos el cargo de 455 reales mientras que, una década más tarde, se juntaron de las cuotas anuales la cifra de 2.965 reales y 11 maravedíes. Los gastos responden al patrón común de una cofradía como, por ejemplo, sufragar la función religiosa a la advocación titular, cohetes, músico, misas a lo largo del año, actos de ánima por los hermanos difuntos, cera para gastar en estos menesteres, compra de escapularios, etc. Con el paso de los años, la cofradía decidió levantar una capilla lateral dentro de la iglesia, añadida en el lado del evangelio; en uno de sus muros pende actualmente un sencillo exvoto donde se narra un milagro obrado por la Virgen: «Rosa García, vecina de Santiago de Sísamo, hallándose de un parto muy apurada y desahuciada de los cirujanos, ofreció a María Santísima del Carmen esta limosna y luego parió en día 1.º de marzo, año de 1771».

El 9 de junio de 1771, el párroco y los cofrades del Carmen vieron conveniente fundar una cofradía dedicada a ofrecer sufragios por las Ánimas del Purgatorio, que se uniría a la de la Virgen del Carmen para que, de este modo, con las limosnas recaudadas por ambas asociaciones se hiciese posible cubrir los cuantiosos gastos. La fundación y unión de la cofradía de Ánimas con la del Carmen fue autorizada en ese mismo año por el ya mencionado vicario general Pedro de Hombre. Este vínculo permaneció hasta 1895, cuando ambas cofradías se separaron; la de Ánimas duró hasta 1953.

 

Luis Bermúdez | La Voz de Galicia