La compasión del sanador herido

Ya en el siglo XVI, San Camilo de Lelis afirmaba: “En el servicio a los enfermos, mientras las manos realizan su tarea, estén atentos: los ojos a que no falte nada, los oídos a escuchar, la lengua a animar, la mente a entender, el corazón a amar y el espíritu a orar”.

Sentirse acogido en el corazón tiene que ver con esa experiencia de confort emocional que uno hace cuando experimenta que lo más íntimo es también observado, contemplado, no juzgado y entrañablemente cuidado por el que acoge.

A partir de la propia experiencia de sufrimiento, quien trabaja como sanador herido es capaz de extraer sentimientos de comprensión, participación y compasión.

Gracias a que ha experimentado la sanación en su propia piel, puede ayudar al que sufre a recorrer un itinerario similar.

Es la sabiduría comprensiva de quien sabe centrarse en la vulnerabilidad ajena con las antenas desplegadas, con la atención bien centrada, con la pasión por hacer propio el corazón ajeno y aprender de él, de ese maestro escondido en el corazón sufriente que pide ser aliviado también con el bálsamo de la palabra, el silencio y el gesto compasivo.

Todo esto es parte de lo que nos puede ayudar en nuestro trato con las personas heridas,  que han sufrido una pérdida o están en duelo, que recoge José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud y Centro Asistencial para mayores y cuidados paliativos San Camilo, en su libro “Empatía Terapéutica. La compasión del sanador herido”.

Escuchar, acompañar, ayudar al otro desde nuestra vulnerabilidad, con nuestras propias heridas y duelos; desde nuestra experiencia de sanación a través del acompañamiento y la escucha que nos ha ayudado, y que ahora compartimos para que otros sanen y ellos mismos encuentren su nuevo caminotras una pérdida.

Mª del Carmen Pereira Somoza.
Voluntaria del Centro Diocesano de Escucha San Camilo
Archidiócesis de Santiago de Compostela.