La de Erbecedo, en Coristanco, otra iglesia trasladada

  • PATRIMONIO RELIGIOSO | La medida fue en su día mal tomada por los vecinos de varias aldeas, como los de Cereixa, Soutullo, Pedreira y Abelenda, que secuestraron la llave del templo.

En el municipio de Coristanco se han visto varios casos de traslados de iglesias en el pasado con el fin de acercar el templo parroquial a los núcleos de población. Así, la de Ferreira, situada en la cumbre de un promontorio, fue desplazada y reconstruida para facilitar la cómoda asistencia a la misa dominical y para resguardar al edificio del azote de la climatología.

En Erbecedo, el traslado vino motivado por la necesidad de estar en un sitio más céntrico y adecuado al mapa parroquial. Al igual que la parroquia matriz, Seavia, Erbecedo fue tema de estudio por su culto párroco Xosé Pumar Gándara, que recogió y publicó hace unas décadas toda la historia de estas dos feligresías. Por lo tanto, todo lo expuesto a continuación bebe de sus trabajos y, en la medida de lo posible, se ha visto ampliado con la búsqueda y aparición de nueva documentación sobre esta parroquia de Erbecedo.

La capilla de los Milagros de Cereixa, levantada en los años cuarenta de la pasada centuria, ocupa el solar que acogió durante siglos la humilde iglesia parroquial. Según los informes de una visita pastoral de 1742, el edificio religioso tenía una capilla mayor y el cuerpo artesonado, cuya sacristía se estaba levantando en aquel año. Decenios después, en 1791, la iglesia amenazaba ruina en su fachada y en el arco del presbiterio. Como apunta Pumar, ya que el cabildo compostelano y el monasterio de Antealtares percibían por mitad los diezmos, les fue solicitada su ayuda para la reconstrucción de la parroquial.

En el folio 55 del primer libro de fábrica se especifica, además, que fray Manuel Caeiro fue el autor de los planos y los maestros en ejecutar la obra fueron Gregorio y Miguel da Pena, vecinos de San Verísimo de Arcos y Santa María de los Baños. Todavía se conservan los recibos de la construcción en el archivo de Antealtares, firmados por estos maestros a lo largo de 1791, conforme recibían los distintos pagos. La obra debió de concluirse en septiembre de 1792, ya que los canónigos de Santiago trataron el asunto en el cabildo del 19 de octubre del dicho año.

Medio siglo más tarde, como relata el inicio del segundo libro de fábrica (1866-1890), en 1865 el cardenal García Cuesta ordena que se desplace la iglesia a un lugar más céntrico, para que sea accesible para la mayoría de las aldeas que componen la parroquia: «Mandó mudar la iglesia parroquial de San Salvador de Erbecedo para junto a la capilla del Santo Ángel de Silván». La medida fue mal tomada por los vecinos de varias aldeas, como los de Cereixa, Soutullo, Pedreira y Abelenda, que secuestraron la llave de la iglesia y no permitieron entrar en ella al párroco de aquel entonces, Joaquín Rodríguez. El sacerdote terminó pidiendo la ayuda de la Guardia Civil para zanjar el asunto, arrestando y encerrando en la cárcel de Carballo a varios feligreses.

Ayudas para el cambio

Por el contrario, para el traslado de la nueva iglesia, colaboraron con sus limosnas los habitantes de Silván, A Torre, Carballás, Loureiros y de O Ribeiro. En este caso, las obras fueron dirigidas por el cantero José Touceda, vecino de Traba, y la carpintería fue completada por Joaquín Espasandín, de Seavia. Percibieron por sus trabajos 8.590 y 1.060 reales, respectivamente. El nuevo solar elegido, donación de Ramón Castro Arias, se situaba al lado de otro centro de culto, la ya citada capilla del santo Ángel, fundada en Silván a mediados del siglo XVII por la familia de Pablo Ángel Aldao. La ermita, hoy conocida por la advocación mariana de la Saleta, sufrió etapas de abandono. Por ejemplo, en 1817, donde fue prohibida la celebración de la misa hasta que se hiciese un retablo y se reparasen las paredes. También en 1927 fue necesaria otra restauración. La obra fue dirigida por el capellán Francisco Rodríguez. En aquellos años, como dato curioso, los niños de la escuela de Silván declamaban poemas a la Virgen en el día de su fiesta, costumbre que todavía se lleva a cabo y ojalá perdure por muchos años.

La nueva iglesia de Erbecedo reutilizó varios elementos de la antigua construcción, especialmente todo el patrimonio mueble: el retablo mayor y las distintas imágenes del santoral. El retablo mayor fue realizado en 1816 por Alejandro y Manuel Lens, pintado en 1832 por Juan Bautista Chiarino, repintado en 1874 por Andrés Cardama, y en 1884, por Laureano Cao Cordido. En 1795 se adquirió la imagen del Divino Salvador, obra de Juan Martínez Rivera, de Portomouro (100 reales). En 1817 nos encontramos con un inventario donde se recogen las imágenes de la Virgen de las Nieves (repintada en 1832), san Antonio (repintado en 1875 y en 1889), santa Lucía (sustituida por otra talla comprada en 1882 por 220 reales y pintada por 160) y un san Marcos (repintado en 1832). Este último santo fue en otro tiempo patrón de Erbecedo, basta con consultar la documentación antigua del desaparecido monasterio de Seavia para comprobarlo: «Unión de San Marcos de Erbecedo al monasterio de San Mamed de Seavia por Don Francisco de Avellaneda, provisor de este arzobispado, 16 de marzo de 1569».

Luis Ángel Bermúdez Fernández

Artículo publicado en La Voz de Galicia (8 ene 2022)