En este primer mes de año el Papa ha hablado o, ha dado voz, a través de los medios de comunicación del Vaticano, de la importancia del diálogo.
En este contexto, un rabino, Carucci Viterbi, hace hincapié en dos aspectos que se encuentran dentro del término “diálogo”. El diálogo propone tanto la necesidad de confrontación como conservar la identidad propia.
Este diálogo, del que se habla, está al alcance de todos, sin importar la edad, siguiendo estas indicaciones:
– A Dios, que nos conoce a cada uno por nuestro nombre, le agrada que nosotros tratemos así al prójimo. No somos anónimos, no somos fotocopias, ¡somos todos originales! Y así debemos ser y tratar: originales, no fotocopias.
– Ser humano consiste en hacer memoria y unificar lo racional y el corazón, y ojo, no se puede hacer memoria sólo de las desgracias, si sólo nos detenemos en la desgracia nos convertimos, como le pasó a la mujer de Lot, en estatuas de sal, en algo que ya no es humano.
– Sigue esta recomendación del Papa y lleva contigo una guía de vida. Lleva contigo, en el bolsillo un pequeño evangelio, y cuando andes por ahí, y tengas un ratito, lee un pasaje corto. Todos los días, ese contacto con el evangelio, si lo llevas contigo es muy sencillo que lo hagas. Y esto siembra de cosas buenas el alma, y lentamente se lena el alma con las palabras de Jesús.
– El diálogo, siempre da prioridad a la cuestión de que hay un tú y un yo, que permite un nosotros, esto es, que nos lleva a la unidad.
– El diálogo es espíritu de servicio, entendido como poder liberarse de los apegos y hacerse a un lado cuando procede. Como Juan bautista, cuando le indica a sus seguidores que sigan a Cristo, hoy podemos alegrarnos de que las personas emprendan su propio camino y sigan su llamada, incluso si eso implica un poco de desapego respecto a nosotros, alegrándonos de sus logros.
Estas propuestas son validas para cualquier persona porque:
– El diálogo que propone la Iglesia no se cierra en temas religiosos, aunque los que estén dialogando representen a las distintas religiones. El diálogo se centra en superar las diferencias no esenciales, el fanatismo y el miedo y en la divulgación entre todos de esta necesidad de superación.
– Un diálogo que trabaje la antropología cristiana y la ética puede mejorar aspectos tan cercanos de nuestra vida como es el uso de la inteligencia artificial. Sólo si buscamos acciones equitativas, una cooperación global e inclusiva y el fortalecimiento de un diálogo entre las confesiones religiosas avanzaremos en la unidad con eventos y publicaciones científicas. Necesitamos ese diálogo para proteger a los más débiles de la sociedad y al medio ambiente.
El diálogo interreligioso, y con especial énfasis el de las religiones abrahámicas nos da la oportunidad de acercar a técnicos y ciencias sociales para crear, por ejemplo, una ética del algoritmo, en definitiva, para unir.
M.P.