La religiosa que tocaba la armónica, contaba chistes y cosía por solidaridad

  • Sor Benítez fue profesora en Padrón, Tui, Cangas, Santiago y Marín

Se llamaba María Dolores Benítez Rubio. Pero un nombre tan largo y tan serio no debía pegarle mucho a una religiosa salerosa que nunca perdió la gracia de su Málaga natal pese a vivir 74 años en Galicia. De ahí que quienes la querían le llamasen sor Benítez. Le gustaba contar chistes, cantar y bailar. Pero, sobre todo, le gustaba que la bondad guiase sus pasos. De ahí que su muerte, a los 93 años, se haya sentido mucho en Marín, donde llevaba más de dos décadas residiendo y donde ayer se le dio el último adiós.

Sor Benítez llegó a Galicia siendo ya religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, pero a una edad muy joven. Desembarcó en Padrón a los 19 años. Y dio clase a huérfanos de militares. Como maestra y religiosa trabajó y residió también en Padrón, Tui, Cangas y Santiago. Hasta que, cuando ya estaba próxima a la jubilación, llegó al colegio Inmaculada de Marín. Solamente dio clases a los niños marinenses dos años. Pero su huella en el colegio es mucho más larga. No en vano, tras jubilarse como maestra, era la encargada de hacer fotocopias, de ir clase por clase comprobando que todo estuviese en su lugar, de dar catequesis en la parroquia… y, sobre todo, de tener gestos de cariño con todos los que se cruzaban con ella en los pasillos escolares.

Cuando, por edad, dejó el colegio y se centró más en la comunidad, tampoco estuvo quieta. Todo al contrario, nunca dejó de hacer manualidades y, sobre todo, de coser. Tejía para que luego sus trabajos pudiesen destinarse a una tómbola misional. De cuando en cuando, entre labor y labor, no le faltaba tiempo para escuchar a quien lo necesitaba, para reírse con alguno de los chistes que contaba o para sacarle melodías a su armónica, un instrumento que tocaba desde joven. En julio, con la mente lúcida y su humor intacto, ingresó en el hospital. Allí alcanzó los 93 años. Fue su último cumpleaños. Pero en el recuerdo de su familia, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, y de los marinenses, cumplirá muchos más.

Fuente: La Voz de Galicia | María Hermida