“Hoy brillará la luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor” proclamaremos con gozo este fin de semana al comienzo de la Misa de la Aurora de la Solemnidad de la Natividad. Es el gran anuncio que conmueve en este día a los cristianos y que, a través de ellos, se dirige a la Humanidad entera. Dios está aquí.
Nochebuena, Navidad… No se trata de la celebración de una fecha sino de un hecho, el nacimiento del Salvador, acontecimiento absolutamente decisivo en la historia de la salvación. En la Noche santa se cumple la antigua promesa: el tiempo de la espera ha terminado, y la Virgen da a luz al Mesías por eso es una Nochebuena, una noche Santa: Dios se acerca tanto al hombre, que va a compartir nuestra misma naturaleza; el Señor quiere entrar en la Historia, en tu historia, en tu casa, en tu familia. Un Recién nacido que viene a unir, a aliviar las penas, a robarte una sonrisa, a conseguir que te encuentres con los que hace mucho que no ves, a que hasta el corazón más duro sea capaz de asombrarse, abajarse, enternecerse.
Es ciertamente una noche santa porque en ella el misterio de Dios se ha hecho presencia real y encarnada en el Hijo de María, en ese Hijo que es Palabra viva del Padre. ¡Feliz y Santa Navidad! Es el tiempo de la alegría, de la esperanza cumplida, del sueño de Dios realizado. Es el tiempo del asombro agradecido, es la hora de la gloria divina, del amor y de la paz.
El Papa Francisco con motivo de estas fiestas nos recordaba que “la Navidad suele ser una fiesta ruidosa y que nos vendría bien un poco de silencio, para oír la voz del Amor.
Dios está más empeñado que nosotros mismos en nuestra felicidad: dejémosle que nazca en casa, en la familia, en el hogar; que se haga Niño con vuestros hijos, que acaricie a los mayores y quede al lado de los enfermos, de los débiles, de los que sufren.
El Santo Padre también nos invitaba días atrás a vivir una navidad bajo la bandera de la sobriedad y la humildad, manteniendo el espíritu festivo y la tradición de los regalos, recordando a la población ucraniana en medio de las dificultades y penurias por las que está pasando. Hago extensiva esta invitación para recordar también a tantos conciudadanos nuestros que en su día a día lo pasan mal, pidiéndole al Señor que caliente sus corazones y abra y fortalezca los nuestros para que ardan en deseos de ayudar más a los necesitados.
A todos imparto mi bendición.
Feliz Nochebuena. Feliz Navidad
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela