Un 7 de diciembre de 1944, “brotó esta escogida flor, en el frondoso jardín de la Iglesia…, al calor de las palabras siempre fecundas del Divino Maestro: “El Evangelio es anunciado a los pobres”. (Idea Sucinta)
Con estas palabras Francisco Blanco Nájera pronuncia con claridad en la “Idea Sucinta” lo que las Misioneras del Divino Maestro y los Cooperadores Seglares del Divino Maestro somos en la Iglesia a la luz e intuición que el Espíritu Santo derrama sobre su propia vida y la de Madre Soledad de la Cruz.
Fundan la Congregación Religiosa de Misioneras del Divino Maestro y Cooperadores Seglares del Divino Maestro porque sintieron profundamente la necesidad de que en la Iglesia se procurase una dedicación a las clases humildes, como remedio de la descristianización creciente del momento que vivían. Por eso piensan en fundar una Congregación religiosa para la educación y formación de los niños y jóvenes, que les recuerda las circunstancias de pobreza que ellos mismos vivieron y experimentaron en su propia niñez. Se lanzan con decisión a la gran Misión de formar la mente y el corazón de los hombres y mujeres del mañana… teniendo como único modelo a Jesucristo, verdadero Maestro de todo educador.
La Congregación de Misioneras del Divino Maestro y la Asociación de Cooperadores seglares, tienen un mismo origen carismático y una espiritualidad común, vivida desde distintas dimensiones: la religiosa y la laical. El fundador promulga en la Diócesis de Orense, el Decreto de erección de la entonces “Pía Unión de Auxiliares del Divino Maestro”, con fecha 24 de octubre de 1951, y aprueba el reglamento de la misma.
Es una Congregación dedicada totalmente a evangelizar a los pobres por medio de la docencia. La “Obra” como la llamaban los fundadores fundamentalmente se centraría en dos polos: el seguimiento de Cristo y su irradiación entre los pobres. Para ello, sus religiosas han de formarse sólidamente en lo espiritual: formación que ha de llevar ante todo a la “Identificación con Jesucristo” y han de adquirir también la competencia técnica adecuada, como homenaje al Dios de la ciencia y garantía del servicio a la profesión magisterial para llevar a la inteligencia y al corazón de los pobres y jóvenes obreros, la luz y el conocimiento del Divino Maestro. Este es propiamente el espíritu legado por los Fundadores.
En Baza (Granada) se asienta la primera Comunidad de Misioneras del Divino Maestro el 10 de marzo de 1945, “hacia las doce de la noche tres religiosas se apean en la estación de Baza con un modesto equipaje, y se dirigen hacia el caserón-palacio del Sr. Obispo, monseñor Álvarez Lara, que fue la primera Casa de la Congregación. En su humildad y sencillez eran conscientes de que ellas serían los cimientos de un “nuevo edificio” que se levantaría en la Iglesia”. (Biografía de Francisco Blanco Nájera, obispo y fundador)
A la vez que Francisco Blanco Nájera siente la preocupación por la niñez, también la siente por la clase obrera. Quiere actuar entre los obreros-pobres- de suburbios y de pequeñas ciudades. Francisco se acerca a su realidad, vive preocupado por la baja cultura de la mujer y por aquellos chicos que ya no pueden ir al colegio. Crea la primera Escuela nocturna en la que acoge a jóvenes que trabajan en fábricas, talleres de confección o que no trabajan porque eran escasos los puestos femeninos, queriendo ser una especie de adelanto de las Escuelas Profesionales con cauce de vida cristiana.
A los 75 años de camino Congregacional, el Espíritu sigue recreando nuestro carisma de Evangelizar a los pobres abriendo nuevos caminos y horizontes. Nos inspira la forma de recrear nuestro Carisma: el nacimiento canónico de una Fundación, llamada “Divino Maestro, Fundación Educativa”. En medio de las dificultades propias de nuestro tiempo, la llamada del Maestro “ID y enseñad a todas las gentes” (Mt. 28,19), “Los pobres son evangelizados” (Lc. 4,16) sigue latiendo en el corazón de sus Misioneras y Cooperadores Seglares. Nos lanza a la misma Misión abrazando los “signos de los tiempos” para continuar abriendo nuestras escuelas y centros, a niños, jóvenes y adultos que “Hoy” igual que “Ayer” necesitan conocer quién es Dios.
La celebración de este 75 aniversario es un momento de gracia en la Iglesia. La misma generosidad y abnegación que movieron a Francisco Blanco Nájera y Madre Soledad a arriesgar todo por el Evangelio, en esta etapa de la historia sigue impulsando los corazones de Misioneras, Cooperadores y de toda la Familia Divino Maestro a mantener vivo el carisma, con la misma fuerza del Espíritu que lo suscitó.
Agradecidas al Señor por el bien y la gracia que ha derramado en nuestra Congregación y a través de nosotras a tantas generaciones, con ALEGRÍA y ESPERANZA y fijando nuestros ojos en el Divino Maestro, y bajo la protección de nuestra Madre Inmaculada, ponemos en sus manos el futuro al que el Espíritu nos impulsa, para seguir haciendo obras grandes con nosotros.
MISIONERAS DEL DIVINO MAESTRO