Ayer 24 de sept. fue el día de Nuestra Señora de la Merced, patrona de las personas privadas de libertad. (Desde nuestro programa) no queremos olvidar esa Obra de Misericordia Corporal: “visitar a los presos”, por lo cual les invitamos a rezar por los encarcelados y a preocuparse de los “forzosos” inquilinos de estos centros, sujetos de especial atención por parte de las Delegaciones diocesanas de pastoral penitenciaria. Hoy, además, compartimos con ustedes una historia carcelaria “de película”.
Maya Moore es una leyenda del baloncesto norteamericano. Uno de los mejores palmareses del mundo. Incluso, aquí cerquita, llegó a ganar la Euroliga con el Ros Casares Valencia en la temporada 2011-2012. Según cuenta, aún adolescente, había iniciado un camino espiritual “en busca de Jesús” y, junto a otros miembros de su familia, se involucró en un grupo cristiano para ayudar a los más desfavorecidos; entre otras cosas, visitaban pastoralmente las cárceles.
Allí conoció el caso de Jonathan Irons, un hombre negro condenado injustamente a 50 años de prisión por robo con asalto armado a un propietario de San Luis. Alero en la cancha, nacida en el Estado de Missouri, Maya Moore empeñó alma, vida y corazón en abordar el caso de Irons y batallar legalmente por su libertad. Incluso se tomó un año sabático para prepararse bien. En julio de este año, el preso salió absuelto. Dando motivos a la maquinaria de Hollywood para hacer una película, hubo final “en almíbar”: el matrimonio de la pareja. De compromiso a compromiso.
Manuel Á. Blanco