Momento Blanco, en Cope: la bombilla

Soy una vieja bombilla. De esas antiguas, de filamento incandescente. Crecí con el trauma de saber a ciencia cierta quién era mi padre. El británico Swan, Humphry Davy, Tesla, Woodward, Ewans, Lindsay, Sawyer, el alemán Goebel o el ruso Lodygin. La gente dice que no haga caso; que Alba Edison me trajo al mundo. Pero no sé si fiarme de alquien tan prolífico: 1903 patentes en su haber.

Tras la subida infame del recibo, me siento rechazada, en el más puro ostracismo. Sólo mis primas, las lámparas Led, logran brillar con luz propia. Porque ellas, con sus diodos, transforman en luz casi el 90% de la energía que consumen. Yo sólo el 15%. ¡Pero doy calor! Deprime asomarse al contador. Hablando de Contador: Como soy bombilla, tengo ideas: Le he propuesto a Alberto, el ciclista de Pinto, que montemos un gimnasio.

Si instalamos unas dinamos en las bicis estáticas, tal vez bajemos algo en los recibos. ¡Boh! Total el canon fijo no hay quien lo quite. ¡Ah! Ojalá Nancy estuviera aquí; la madre de Thomas, mi papá. Cuando recibió una carta del colegio con la expulsión de su hijo, le anunció: “desde hoy yo me ocuparé de tus estudios. Estos señores ya no pueden enseñarte más”. Cuando fallan líderes y maestros, una buena madre es faro que no se apaga.

Manuel Á. Blanco
(Cope, 21 de septiembre 2018)