Momento Blanco, en Cope: San Migueliño

El San Miguel constituía una de las fiestas capitales de mi aldea. Tal vez el nombre del Arcángel evocaba a una de esas damas desesperadas por el beso de los audaces: la cerveza. No llevo “Ángel” en el nombre por esta alada criatura, sino por mi padrino y mi madrina; pero resultaba grato imaginar a Miguel razonando junto a mi Ángel de la Guarda: “¿quién como Dios, ¿verdad, amigo?” Mientras, el insigne Padre Conde, SJ, enterrado en Quindimil con fama de santo, disfrutaría en la gloria con la celestial escena.

Cuenta Agustín Filgueiras, sacerdote y anecdotista eminentísimo, que, cerca de su Centroña natal, el párroco encontró a una señora rezando en la Iglesia junto a la talla de san Miguel, preparada sobre un anda procesional. Pero en aquella escena, algo no le cuadraba al vicario.

“Mire, este que está aquí, ergueito, e ten dúas grandes ás para voar presto a cumprir os mandatos de Deus é San Miguel Arcanxo. Represéntase así, conforme está, co escudo de capitán dos exércitos celestiais e a espada en alto para defender á Igrexia dos ataques inimigos”. “E logo quen é este que está aquí debaixo do seu pé?” Preguntó la señora, un tanto sorprendida. “Este é o demo”, respondió el párroco. La buena mujer, exclamó entonces con un tono de “era-visto”: “Ah, lambón, cantos bicos me roubache.”

Manuel Á. Blanco
(Cope, 28 de septiembre 2018)