Mensaje de Pascua de Resurrección a todos los diocesanos y a quienes nos visitan en estos días
¡Feliz Pascua de Resurrección del Señor! Este es el eco, acompañado del Aleluya, que se percibe en toda la Iglesia. “Varones israelitas, el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús a quien vosotros entregasteis y negasteis en presencia de Pilato… Matasteis al autor de la Vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.” (Hech 3,12 ss), pregonó el apóstol Pedro el día de Pentecostés. Jesús resucitado había dicho antes a María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, testigos privilegiados: “Id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis” (Mc 16, 7). Es la Galilea de nuestros caminos, trabajos, afanes, aspiraciones y esperanzas, donde Cristo se hace presente. La muerte ha sido vencida. Sí, nosotros celebramos la vida pese al dolor y sufrimiento propios de nuestras limitaciones.
La creación entera ha sido restaurada. “Que todo el mundo experimente y vea como lo abatido se levanta, lo viejo se renueva y todo vuelve a su dignidad original, por Jesucristo de quien todo depende”. Se nos llama a encontrarnos con nosotros mismos, con los demás, y con Dios. Tomemos conciencia de que no somos huérfanos ni hijos únicos y de que tenemos que responsabilizarnos de los demás, descubriendo nuestra capacidad de superar esa ley de la gravedad que tira por nosotros hacia abajo y que nos impide despegarnos hacia lo alto y hacia adelante en el horizonte del Resucitado. ¡UIltreia e Esuseia! ¡Caminemos hacia adelante y miremos hacia arriba! ¡Volvamos al hecho cristiano fundamental, identificándonos con la persona y la historia de Jesús, y dando testimonio de que el cristianismo es el modo más fascinante de vivir la propia humanidad!
¡No sepultemos las brasas del Evangelio de la Resurrección debajo de tantas cenizas acumuladas! ¡Anunciémoslo! El cristiano ha de dialogar siempre con quien espera. Es la misión que se nos encomienda en la Pascua. Ni la tristeza, ni la amargura, ni mucho menos la desesperanza tienen nada que ver con Cristo resucitado y con quien le sigue.
A todos os deseo cordialmente la alegría incontenible del encuentro con el Señor resucitado que tantas incertidumbres y dudas disipa en nosotros. ¡Feliz Pascua de Resurrección del Señor! ¡Que el Resucitado os colme de bendiciones!
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela