Hace 60 años un grupo de mujeres de Acción Católica respondió a una llamada de la FAO, Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, con un manifiesto y una campaña en la que “declaraban la guerra” al hambre en el mundo.
Una de las mujeres que aceptó este reto fue Piluca Sánchez Cantón, pionera en Santiago de Compostela en poner en marcha la organización de Manos Unidas, una mesa camilla, una libreta, un teléfono fijo y una dedicación exclusiva bastaban para llevar a cabo la campaña en aquellos años.
Ella siempre tuvo muy claro que para luchar contra el hambre y la pobreza era necesario informar, sensibilizar y concienciar a la sociedad española sobre la realidad y las causas del hambre. Los fondos para apoyar y financiar los proyectos de desarrollo en el “Tercer Mundo,” así se llamaban entonces los países empobrecidos y en vías desarrollo, vendrían si tomábamos conciencia del problema y de sus causas.
Creía que la presencia de Manos Unidas en la escuela era fundamental para sensibilizar y educar para el desarrollo. Durante años promocionó los cursos de Formación del profesorado, por considerar a este colectivo un elemento multiplicador. También en la Universidad, impulsora durante diez años del curso de “Cine y Valores” y del “Curso de Verano” en la USC que aún sigue celebrándose anualmente.
Animó la incidencia política de Manos Unidas y nuestra participación en campañas internacionales como la de “Las minas antipersona y las bombas de racimo” que llevó el Premio Nobel de la Paz en 1997 y la de la “Deuda Externa, Deuda Eterna? “ en el año 2000, presentada a los distintos grupos políticos del Parlamento de Galicia y a todos los medios de comunicación social.
Fue delegada de Manos Unidas en Santiago pero fue sobre todo un estímulo permanente para todo el voluntariado de la organización. Siempre será para todos los que la conocimos un referente de compromiso por la justicia y la lucha contra el hambre y la pobreza.
Coherencia, formación, responsabilidad, compromiso, austeridad en el gasto, cuentas claras fueron las constantes en las que basaba su trabajo y que trataba de inculcar en el voluntariado.
“Siempre al pie del cañón”, sin un descanso, sin un respiro, toda una vida entregada a la lucha contra el hambre; estos últimos años en que tenía problemas para salir de casa, “siempre al pie del teléfono” con el que seguía puntualmente las campañas, cada conferencia, cada incorporación del voluntariado, cada actividad de Manos Unidas como si le fuera la vida en ello.
Querida Piluca, rechazaste homenajes y premios, pero permítenos siquiera hacer público nuestro reconocimiento y nuestro cariño por tu persona. Creemos que este es el sentir de todo el voluntariado de Manos Unidas: gracias Piluca por tu entrega y tu compromiso, ha sido un honor formar parte de tu vida.
Te fuiste, en silencio, discretamente, como habías vivido y nosotros creemos que ya estás disfrutando del “Banquete del Reino” junto a todos los desheredados de la tierra por los que entregaste tu vida. Descansa en paz.
Delegación de Manos Unidas