- Pese a la gran merma de ingresos, la Archidiócesis de Santiago dedicará 150.000 euros a la labores asistenciales y de caridad
- Las donaciones directas durante las misas supone el 34 % del presupuesto
La iglesia diocesana también está sufriendo las consecuencias de las limitaciones impuestas por el Gobierno central a raíz de la crisis del Covid. Debido a la imposibilidad de celebrar misas presenciales, los templos están viendo disminuir el importe recaudado a través de las donaciones de los fieles, un dinero que supone cerca del 34 % por ciento de los ingresos totales de la Archidiocesis compostelana.
El cepillo es, de hecho, la fuente más importante de recursos, seguida por la denominada asignación tributaria; es decir, el dinero que percibe la institución a través de la casilla de la Declaración de la Renta y que en 2017 suponía alrededor del 27 por ciento de su presupuesto. Esta situación se acentúa especialmente en Compostela, donde el turismo religioso deja bastante dinero en las arcas de los templos más representativos de la ciudad. Destaca la importancia de la Catedral de Santiago que atrae anualmente a cientos de miles de peregrinos y supone el gran motor del turismo compostelano. En este sentido, las donaciones de los fieles suman más de la mitad del total recaudado por la Catedral, sin contar las subvenciones.
Sin embargo, los problemas económicos derivados del obligado distanciamiento social no impiden que la institución siga cumpliendo con sus actos de caridad y ayuda social. La Iglesia de Santiago mantiene sus ayudas a diferentes organizaciones como Cáritas, que recibió una aportación de 90.000 euros; las cocinas económicas de Santiago y A Coruña, con 20.000 euros cada una; el comedor Franciscano de Pontevedra, que percibió un total de 10.000 euros, y la Residencia Padre Rubinos de A Coruña, con otros 10.000. Un total de 150.000 euros con los que la Iglesia trata de mantener el correcto funcionamiento de sus diferentes organizaciones y entidades en un momento en el que son de especial importancia para mantener el bienestar de los más desfavorecidos.
En este sentido, el ecónomo diocesano, Fernando Barros Fornos, ve “una parte positiva en todo esto” y apuesta por “tratar de implicar a los feligreses”. Así, asegura que en ciertas parroquias se están llevando a cabo iniciativas como la creación de “suscripciones anuales fijas que pueden ayudar a afrontar mejor momentos de dificultad como el actual”.
Sin embargo, entienden que este tipo de medidas, pese a que podrían ayudar en aquellas parroquias “que solo tienen capacidad para recibir ingresos a través del cepillo”, suponen un reto para la feligresía en un contexto tan complicado como el actual, donde se vislumbra una crisis productiva y de empleo.
Pese a esto, la Iglesia apuesta por mantener su compromiso con la ciudadanía, prestando especial atención a las labores sociales que diariamente llevan a cabo tantos voluntarios y que precisan de una financiación que se adecue a su importancia y radio de acción
Justamente para paliar la crisis que se avecina y para contribuir a la dinamización económica, la Iglesia diocesana de Santiago asegura que mantiene sus planes de rehabilitar algunos espacios religiosos en varias parroquias, de acuerdo al presupuesto inicial de la Archidiócesis. Todo, para contribuir a la reactivación de la actividad económica y favorecer el mantenimiento del empleo en las empresas que se hacen cargo de las obras.
Cabe destacar, además, la intención de los sacerdotes de realizar una aportación a Cáritas para contribuir e la atención de personas en situación de vulnerabilidad a raíz de la pandemia del coronavirus. Se trata de una propuesta compartida por toda la Provincia Eclesiástica de Santiago y que cuenta con el beneplácito de monseñor Julián Barrio, quien no dudó en señalar a través de una carta el mejor modo de hacerlo, instando a todos los clérigos a aportar lo que estimasen conveniente según sus posibilidades. De esta forma los sacerdotes buscan predicar con el ejemplo, poniéndose una vez más al servicio de los fieles más vulnerables y perjudicando su propio sustento a favor de los feligreses. Cabe recordar que, por lo general, la diócesis dedica menos del veinte por ciento de su presupuesto al pago de las nóminas de los sacerdotes.
Las entidades relacionadas con la Iglesia están tomando una relevancia especial durante estas semanas de confinamiento, en las que muchas familias se han visto obligadas a cerrar sus negocios. Además de la labor llevada a cabo por Cáritas, la Cocina Económica de Santiago ha tenido que incrementar su trabajo debido al aumento de usuarios. Tres de las monjas que sustentan con su trabajo esta institución cayeron enfermas por contagio, pero ya se encuentran perfectamente.
Se trata de entidades que se nutren de la colaboración desinteresada de muchos voluntarios para poder sacar adelante el enorme trabajo asistencial que realizan.
Fuente: El Correo Gallego